Diversos medios californianos se hacen eco estos días de la conversación que el base suplente de los Lakers, Jordan Farmar, tuvo el pasado miércoles con su técnico, Phil Jackson. El jugador no parece estar contento con su tiempo de juego ni con la labor que le toca hacer en el campo.
A comienzo de temporada, el base recibió luz verde para hacer su juego, basado en la velocidad y las jugadas de bloqueo y continuación, y no centrarse tanto en ejecutar el clásico triángulo ofensivo de Jackson.
Pero ahora la situación ha cambiado y Jackson quiere que el base juegue más el triángulo y busque los contraataques sólo cuando sean claros. El técnico ha sido meridiano: Farmar debe renunciar al lucimiento personal y centrarse en dirigir el ataque.
El cambio no parece gustarle a Farmar, que en unas declaraciones tan cargadas de resignación como faltas de entusiasmo ha dicho que hará lo que el entrenador y la franquicia le pidan.
Tampoco parece que haya gustado mucho su actitud en el entorno mediático de los Lakers, que no entiende las quejas en un equipo ganador cuya aspiración es el campeonato. Y es que llueve sobre mojado tras las palabras hace unos días de Andrew Bynum.
Hay periodistas que llegan a sugerir el traspaso de Farmar y quienes tienen un consejo para todos aquellos que anteponen su lucimiento personal al rendimiento del equipo: “Si quieren reconocimiento individual, quizá deberían dedicarse al tenis”.