El base español José Manuel Calderón se está haciendo respetar en estos primeros partidos de temporada. Si hace unos días le puso los puntos sobre las íes al mismísimo Kevin Garnett, el domingo hizo lo propio con un venerable veterano, Derek Fisher.
Estos dos encontronazos con dos jugadores de reconocido prestigio son dos incidentes de escasa importancia aparente, pero de una reveladora significación. Se trata de dos circunstancias que no son baladíes, ya que en ellas subyace un mensaje de gran calado: Calderón tiene ya por méritos propios un nuevo estatus en la liga y empieza a actuar en función del mismo.
El incidente con Fisher
Parecía una pelea entre colegiales, pero no lo era. Discurría el tercer cuarto del partido que enfrentó el domingo a Los Angeles Lakers con Toronto Raptors cuando en la disputa por un balón junto a la banda Fisher y Calderón se fueron al suelo a por la bola. Pero cuando los árbitros pitan lucha el veterano Fisher intenta marcar el territorio quedándose con el balón. Calderón no se lo permite.
Parecía una actitud un tanto pueril. El partido estaba detenido y los dos armadores seguían forcejeando por la bola como dos niños, en una lucha que trascendía el objeto en disputa. El balón era ya un símbolo.
El jugador español impidió que Fisher le arrebatara el balón, y cuando se quedó con él miró fijamente a los ojos de su rival y se lo entregó con total educación a uno de los colegiados.
El pique continúa
No le debió sentar nada bien a Fisher que un jugador con mucha menor experiencia le comiera terreno. No le debió sentar bien por lo visto en las siguientes jugadas.
Durante algo menos de 1 minuto el pique entre los dos se tradujo en el juego físico que desplegaron ambos. Resultado: el veterano árbitro Joey Crawford le pitó una técnica a cada uno. Pero la labor del español ya estaba hecha.
Bien lo dijo tras el encuentro el propio entrenador de Toronto. Sam Mitchell se mostró, según recoge el Toronto Star, encantado con la actitud del jugador que es la extensión del técnico en el campo.
“Me gusta la manera en la que José respondió”, dijo satisfecho Mitchell, que amplió su sentimiento de orgullo a la actitud que había mostrado toda la plantilla: “Nuestros jugadores no dieron un paso atrás”.
Llueve sobre mojado
Éste es el segundo incidente de esta clase que protagoniza Calderón esta temporada. Y en las dos ocasiones fue como respuesta a una actitud intimidatoria por parte de un jugador más veterano que él.
Tenemos que remontarnos al 10 de noviembre para recordar el primer encontronazo. Aquella vez fue con un auténtico monstruo sagrado de la NBA, Kevin Garnett.
Garnett, muy dado a la provocación y a intentar llevar a sus rivales al límite, se puso a gritar y aplaudir en la cara de Calderón cuando iba a iniciarse una jugada. Lo hizo sin venir a cuento, sin mediar roce o provocación alguna anterior a su comportamiento.
Calderón recibió el balón y con una frialdad envidiable lo botó, marcó jugada y terminó asistiendo a Jason Kapono para que éste anotara un triple.
Sólo cuando acabó la jugada fue cuando el base hispano se fue a por la estrella de los Celtics con cara de pocos amigos. Y cara a cara recriminó a Garnett su actitud. Se dijeron entonces a gritos todo lo que se tenían que decir, que debió ser poco si nos atenemos a la declaración posterior de Calderón: “No sé qué nos dijimos. Sólo nos gritábamos”.
El caso es que Calde se ganó el respeto de KG por lo visto a la conclusión del partido, momento en el que ambos se saludaron, sonrieron y bromearon en torno a ese lance del juego.