El pívot argentino Fabricio Oberto jugó anoche su primer partido de la temporada. No estuvo especialmente fino en los 14 minutos que estuvo en cancha pero eso no era lo importante. Lo importante era tenerle de nuevo en pista tras el pequeño susto que nos había dado a todos su corazón.
Su corazón, ese enorme corazón con el que Fabri se entrega hasta el último minuto cada vez que salta al parquet, empezó a latir de forma irregular el pasado día 28, mientras el jugador hacía pesas en el gimnasio.
Tras el susto, los médicos le diagnosticaron una fibrilación atrial, también conocida como fibrilación auricular, una descordinación de los impulsos eléctricos en el músculo cardiaco que causa que el corazón pierda capacidad de bombeo y se acelere.
No es la primera vez
La dolencia no es grave, pero hay que tratarla con precaución, de ahí que los doctores decidieran darle descanso para poder aplicar el tratamiento adecuado antes de darle el visto bueno para jugar. Además, no es la primera vez que le ocurre.
En mayo de 2007 ya tuvo que ausentarse 4 días de los entrenamientos previos al inicio de la fase final por el mismo problema. El jugador prefiere verlo por el lado positivo. “Lo bueno es que pude darme cuenta a tiempo de lo que sucedía”, dice, “si sigues corriendo y jugando sin saberlo es cuando puede ser un poco peligroso”.
Tras varios días de reposo y tratamiento el pívot cordobés se siente de nuevo en plenas condiciones y contento de estar de nuevo en activo. “Los últimos dos días han estado comprobando el ritmo de mi corazón y todo ha ido bien”, afirmaba ayer, “sé que no es lo mismo que [lesionarse] un tobillo. Pero me siento mucho mejor cuando corro y estoy con el equipo”.