Nos hemos acostumbrado a ver españoles en la NBA y eso es bueno. Ya no se trata sólo de presencias anecdóticas, de aventurillas “a ver qué pasa”. Ahora se trata de ver jugadores muy buenos adquiriendo peso en la Liga más espectacular del mundo (sería la mejor si se jugara mejor) y cada vez hay más. Pero también los hay que vuelven…
Los casos de Juan Carlos Navarro y de Jorge Garbajosa son paradigmáticos, muestra de los nuevos tiempos que se viven. Y no se trata tanto de razones deportivas, sino económicas. Porque el cambio de euro a dólar (y viceversa) está cambiando “el estado de la cuestión”. Navarro no se vuelve por haber fracasado, por no encontrar equipo. Regresa a Barcelona porque para seguir en la NBA debería haber encontrado un equipo que le pagara seis millones de dólares. El Barcelona debería haber cobrado su “prima” y eso era mucho dinero. Pero lo cierto es que Navarro demostró en los Grizzlies que le sobraba calidad para seguir en la NBA y más con la carencia de tiradores puros que arrastra la Liga americana.
El caso de Garbajosa es más o menos el mismo. Resultó chocante ver cómo rescindía su contrato con los Raptors y lo único que se leía era “ofertas europeas”. ¿No tiene calidad para seguir jugando en la NBA? De sobra. Aunque también es cierto que en la NBA hay dos recelos muy poderosos a la hora de firmar contratos: lesiones y… procedencia del jugador. Sí, porque a los jugadores no nacidos en Estados Unidos se les sigue exigiendo “la prueba del algodón”, un poco más que al resto.
Pero en el caso de Garbajosa pesa todavía más su tremendo caché en Europa. Porque, según las últimas estimaciones, va a conseguir un contrato de tres o cuatro millones de euros anuales, que vienen a ser más de cinco millones de dólares.
Marc Gasol: mucha calidad, poco equipo
Pero vayamos con los que se van para allá. Marc Gasol firmó tres años por los Grizzlies con un contrato de tres millones de dólares. Logró esta cantidad por una “perversión” del draft: si eres segunda ronda, puedes negociar libremente un contrato. De ahí la importancia que van cobrando los jugadores europeos en las segundas rondas del draft.
Marc se marcha a un equipo en demolición que, sin embargo, puede ser muy bueno para su adaptación a la NBA (si es que la necesita). Ha sido uno de los grandes pívots dominantes en Europa y su progresión en los últimos tres años ha sido simplemente espectacular. En este punto, habría que darle un beso a Pepu Hernández, el hombre que de verdad supo ver las tremendas posibilidades que tenía “el hermano de…”. Y también un recuerdo para el ínclito Ivanovic, por razones contrarias.
A pocos analistas europeos (no así americanos) les caben dudas sobre las prestaciones de Marc y el impacto que podría tener en la NBA. Es un pívot alto, muy fuerte y con excelentes fundamentos. Tiene un “cuerpo NBA” (fundamental para pegarse con la gente), pero tiene la calidad que falta en los pívots puros de la Liga americana. Y en su equipo, el melifluo y torpísimo (mentalmente) Milicic no le debería quitar un solo minuto. Eso sí, habrá que ver si la autoestima de Marc se mantiene firme al ver cómo pierde partido tras partido.
Dura competencia para Rudy
Otro que debuta es Rudy Fernández, que se marcha en el momento justo. Supo aguantar hasta que se hizo todo un hombre (y un nombre) en Europa. Es un alero de unas condiciones extraordinarias: mentales, físicas y técnicas. Hace muchas cosas, y la mayoría bien. Y tiene un componente espectacular que gustará mucho en Estados Unidos.
El gran problema: va a un equipo en el que está Brandon Roy, una estrella auténtica de la Liga. Es otro gran jugador, plenamente consagrado en la Liga, y ya ha demostrado que sabe jugar como nadie los minutos importantes. Un jugador de verdad. Y es un escolta puro, que no puede jugar en otra posición. Rudy tampoco, por más que se rumoree que le pueden utilizar de base o de alero. Lo de base suena a chiste, casi tanto como lo de alero, vistos los físicos que ahora se gastan los “treses” de la Liga. Hay dudas con Rudy no por su calidad, sino por las condiciones que se encontrará en los Blazers. Y eso que la franquicia le ha demostrado que sí confía en él, lo cual es un punto muy a su favor.
Luces y sombras entre los ‘veteranos’
Mientras tanto, la NBA seguirá teniendo a los dos mejores jugadores españoles de la historia. Empecemos por José Manuel Calderón, que actuará en un escenario ideal. Renovó con los Raptors por un buen dinero; y no sólo eso: al quitarse de encima a T.J. Ford, la franquicia le dio plenos galones de mando. Es un magnífico director de juego, que hay muy pocos en la NBA, tan dada a entusiasmarse con muchachos saltarines que no conocen cómo se maneja a un equipo en la cancha. Y no sólo eso, sino que Calderón sabe anotar, correr y defender. ¿Por qué no pensar en que puede ser “All-Star”, y más viendo la competencia que hay en el Este?
Y queda Pau Gasol, exigido a todo desde el primer partido. Ahora afrontará una temporada completa en Los Angeles Lakers, que pelearán por el anillo si saben fichar bien. El español recibió críticas muy fuertes en Los Angeles por su rendimiento en los playoffs. No lo hizo mal, pero tampoco estuvo bien y eso hay que reconocerlo. También es verdad que se midió a astros como Tim Duncan o Kevin Garnett, y eso es muy duro. Terminó físicamente exhausto.
Es su año decisivo desde que está en la Liga porque él necesitaba a los Lakers, y ahora ellos le necesitan a él. La participación de Andrew Bynum debería ser crucial, liberándole de tareas que le desagradan. Y también debería rendir de “cuatro” mejor que de “cinco”.
Finalmente, queda el caso más desagradable, el de Sergio Rodríguez. Fue a un equipo que no le convenía y, quizá, también se precipitó en la decisión. No parece que los Blazers vayan a darle este año la confianza que también le faltó en el anterior. Su progresión se ha detenido. Y sus carencias defensivas siguen siendo latentes. Quizá sea el siguiente español en regresar a Europa…