Hace frío, mucho frío, en Des Moines. Al menos para un argentino de la provincia de Córdoba que la pasó buena parte por España. ¿Y como un jovencito argentino llegó hasta la capital de Iowa?. Pues dando muchas vueltas, demasiadas, convirtiéndose en un auténtico trotamundos del baloncesto a pesar de que acaba de cumplir sólo 22 años.
La vida de Fabricio Vay no ha sido fácil, a pesar de que todos pensaron algún día que estaría llena de los lujos propios de una gran estrella del básquetbol. Fue este chico nacido en Jesús María, la capital del departamento de Colón, en la provincia de Córdoba, una eterna promesa, una de las grandes esperanzas del basquet argentino. Militó a destajo en la selección de su país, en todas las categorías inferiores, soñando algún día vestir la albiceleste con los mayores, pero ese día aún no ha llegado.
Por ahora, lo que sí ha llegado, y de forma más que sorprendente, es su oportunidad en el baloncesto norteamericano. Porque Vay no está de vacaciones en Des Moines, sino que está por el business, como casi todos, ya que ésta es una de las grandes ciudades para los negocios en Estados Unidos, una población donde reinan las aseguradoras. Y eso necesita el alero argentino, un seguro y una puerta para entrar en el negocio grande del baloncesto, aunque no sea en la NBA.
Pero es cierto que está muy cerca de las estrellas, porque ahora Fab, como le llaman sus compañeros de equipo, milita en la Liga de Desarrollo de la NBA, la antesala de la mejor liga de baloncesto del mundo. Por eso pasa frío en invierno, ésa es una de las condiciones que da el militar en los Iowa Energy, equipo vinculado a Chicago Bulls y Miami Heat.
Debutó en Estados Unidos esta temporada y no es que haya sido un gran año. Más bien los meses se le han gastado a prisa mientras intentaba adaptarse a otro baloncesto y a otra vida. Sus medias así lo dicen. El jugador cordobés ha tenido números de andar por casa. Jugó 42 partidos, 3 de titular, y promedió 11 minutos por choque. Fab anotó 3,6 puntos y capturó 1,4 rebotes. Sin embargo, sus porcentajes han sido buenos, demostrando su muy buena mano (un 44,4% en triples y un 82,6% en tiros libres). Pero todo parece indicar que su juego apenas ha crecido, o al menos eso parece.
Sus últimos 6 años han sido así, un querer crecer sin echar raíces. Y es difícil que una planta crezca sin raíces. Tal vez por ello, como tantos argentinos del éxodo, todavía está esperando su momento.
Vay, un alero de 22 años y 2,06 de estatura, se formó en el Independiente de Neuquén, en el Alianza Jesús María y en el Instituto de Córdoba para desembocar allá por la temporada 2001-2002, con apenas 15 años, en el Atenas de Córdoba, un gran equipo a nivel nacional cuyo santo y seña es otro Fabricio, Oberto, ahora en los Spurs de San Antonio. Corría el año 2002, el año de la gran crisis económica argentina, cuando llegó la gran oportunidad, el gran sueño. Y con sólo 16 años Fabricio Vay cruzó el charco.
Rumbo a España
Allí le esperaba primero el Real Madrid, un club del máximo prestigio europeo y mundial para el que hizo unas pruebas, pero finalmente fue fichado por otro gran equipo español, el Pamesa de Valencia. Tenía 16 años y un futuro increíble por delante. El interés del conjunto valenciano era indudable, pero ahí comenzaron los problemas para Vay porque estalló un gran escándalo.
Trascendió que el equipo español había pagado 40.000 dólares por el jugador y se montó la marimorena. La normativa prohibía pagar dinero a jugadores menores de edad y la Confederación Argentina llevó el caso a la Federación Internacional, la FIBA. Nadie podía dudar del interés del Pamesa. Su director general por aquel entonces, Luis Muñoz, lo expresó claramente: "Lo sumaremos de cualquier forma. Evaluamos otras opciones, como que se entrene en los equipos inferiores hasta los 18 años". Entonces llegó el momento de la FIBA, que dio el visto bueno al fichaje, considerando a Vay una excepción, debido a la delicada situación económica de su familia. Y Fabricio se incorporó en diciembre de 2002 a las filas del Pamesa.
Todo iba sobre ruedas e incluso llegó a debutar con el equipo en la Liga ACB a los 17 años. El 14 de mayo de 2003 es un día de imborrable recuerdo para el jugador argentino, a buen seguro. Pero a partir de entonces empezó un lento peregrinar por las diferentes ligas españolas.
De un lado para otro
Allí estaba Vay como otros argentinos de su edad. Dando un salto, seguramente prematuro. Porque la plata es la plata y hay que labrarse un futuro. Sin ir más lejos, por aquel entonces otro jovencísimo argentino también había sido fichado por Pamesa, Leo Mainoldi, y el equipo valenciano había cedido al escolta Adrián Boccia. Era el momento del boom argentino. El Pamesa contaba en sus filas con Fabricio Oberto, Federico Kammerichs y Alejandro Montecchia. Pero no era oro todo lo que relucía.
Vay empezó una lógica trayectoria de aprendizaje que le llevó a jugar en la categoría junior del Pamesa y en el equipo EBA vinculado al primer conjunto, el Pamesa Valencia Torrent. Corría la temporada 2003-2004. Todo parecía normal, dada su edad. Pero no terminó de romper. Anotó 4,7 puntos y atrapó 2,9 rebotes en 18 minutos por partido y compatibilizó la EBA con alguna alegría en forma de convocatoria con el primer equipo.
Al año siguiente subió un escalón y pasó a jugar en la LEB-2 con el Pamesa Castellón promediando 4,4 puntos y 2,3 rebotes en 15 minutos.
Mientras esto sucedía, Vay vivía paralelamente una brillante trayectoria en las distintas categorías de la selección argentina: subcampeonato en el Sudamericano Cadete, jugador más joven de la selección en los Panamericanos juveniles de 2003 de Isla Margarita, medalla de plata en el Torneo Albert Schweitzer 2004, es decir, el prestigioso Torneo de Manheim en Alemania, donde tuvo una gran actuación personal, y participación en el Campeonato Mundial sub-21 en el 2005 coincidiendo con una muy mala noticia. El Pamesa Valencia había decidido darle de baja por no cumplir las expectativas que el club había depositado en él allá por el año 2002. Estábamos en julio de 2005 y sólo tenía 19 años.
Del todo a la nada
Entonces su carrera dio un gran giro. El Rimini, de la segunda división italiana, le fichó aprovechando su origen italo-argentino. Pero la gran noticia se desbarató en un abrir y cerrar de ojos. Nueva decepción en la carrera de Vay. De la noche a la mañana cambió la normativa y cada equipo pasó a poder contar solamente con 2 fichas de nacionalidad doble. Y Vay fue descartado, pasando de un plumazo de jugar en la liga italiana a recalar en la liga austriaca. Un auténtico infierno, frío, eso sí.
Sólo en Austria pasó más frío que en Des Moines, pero estando, eso sí, mucho más lejos de las estrellas de su deporte. Recalar en el Arkadis Traiskirchen Lions no parecía un buen cartel. Promedió unos pobres 7,2 puntos y 3,1 rebotes, pero como bien se dice todo puede ir a peor y así fue. Sufrió una grave lesión de ligamentos en uno de sus tobillos que le llevó tres meses al dique seco.
Tras su breve y amarga experiencia en Austria hubo un nuevo cambio de aires, esta vez a mejor, ya que tocó regresar a la soleada España, concretamente a otro equipo vinculado a un conjunto ACB, el Akasvayu Vic. Allí llegó el bueno de Vay en el año 2006 para sustituir al húngaro Attila Farkas, que había sido cortado. Pero su reencuentro con España una vez superada su lesión no pudo ser más desafortunado. Y acabó la campaña con 1,1 punto por partido.
Y de repente... Estados Unidos
Pero cuando todo parecía ir de mal en peor llegó una oportunidad inesperada: la Liga de Desarrollo de la NBA.
Para Vay ha resultado muy complejo adaptarse al modo de juego de esta liga vinculada a la NBA. En su día, el alero argentino tenía altura para jugar de pívot, pero acabó de alero porque pecaba de blando en la zona y no tenía mucho instinto reboteador, a lo que unía su propensión a descolgarse a posiciones exteriores. Siempre tuvo muy buena mano y fue un más que eficiente pasador. El cordobés está acostumbrado ya a jugar en Europa y cuando llegó a la Liga de Desarrollo no entendió nada.
"El nivel es bueno, hay muchos ex NBA y otros que aspiran a llegar, pero el basquet es distinto al FIBA, es un juego más atlético, las ofensivas son muy rápidas, todos la agarran y la tiran para hacer sus puntos y que después los equipos de la NBA vean sus números", le explicaba en el mes de febrero al periodista del diario deportivo Olé, Joaquín Zurletti, al que, entre bromas, le confesaba que cuando sus compañeros de equipo veían que hacía un pase extra lo miraban como si estuviera loco.
Todos estos comentarios los hacía Vay con acento cordobés, porque a fuerza de tanta vuelta por el mundo, Fabri conserva aún sus raíces casi intactas, unas raíces que están en su población natal, Jesús María, y en la particular tonada de la provincia cordobesa.
Esperando una luz
Han pasado 6 años desde que Vay partiera hacia España y ahora al cruzar el charco a la inversa, rumbo a Estados Unidos, surgen algunas preguntas entre los buenos aficionados al baloncesto, pero una fundamentalmente: ¿Fue tan bueno partir tan prematuramente de Argentina?. Pero la pregunta, bien analizada, carece de sentido. Porque cuando Vay partió la crisis era galopante en su país, su familia atravesaba una muy mala situación económica y a él se le abrió el mundo, constituyendo una gran ayuda para los suyos. Lo peor fue el lado deportivo.
Cuando uno entra en los foros se encuentra con mensajes como "una lástima, porque era un pibe que pintaba muy bien" o un "ojalá le vaya bárbaro", porque en el fondo al aficionado argentino le gustaría que llegara la resurrección deportiva de Fabri.
Juampi Figueroa, 13 días mayor que Vay, compañero de Fabricio en los años del Atenas de Córdoba y en las selecciones de Córdoba y Argentina, recuerda muy bien su juego: "quien ve jugar al Fabri se da cuenta de que es un jugador diferente. Hace cosas que lo destacan de los demás", decía hace tiempo. Y añadía que "siempre se preocupó por mejorar personalmente estando horas tirando al aro e imitando a sus ídolos de la NBA".
Ahora sus ídolos de la NBA están más cerca que nunca, pero Vay, a pesar de su corta edad, tiene los pies en el suelo, con raíces firmes, cuando se le pregunta por llegar a la gran liga: "Sería mi sueño, pero soy realista y sé que hoy estoy muy lejos", le decía a Zurletti. "Ahora mi objetivo pasa por recuperar mi juego y volver a disfrutar del basquet, porque los últimos años fueron duros".