Philadelphia 76ers 95 Detroit Pistons 75 (2-1)PHILADELPHIA: Miller (21), Green (4), Iguodala (10), Young (10), Dalembert (22) -cinco inicial- Williams (9), Evans (9), Carney (8), Smith, Olie y Randolph (2). |
DETROIT: Billups (11), Hamilton (23), Prince (18), McDyess (2), Wallace (2) -cinco inicial- Stuckey (6), Maxiell (2), Ratliff (4), Hayes (3), Johnson (2), Afflalo (2) y Hunter. |
Parciales: 20-20, 24-20, 26-15 y 25-20. |
Ya lo decían algunos especialistas: ¡Cuidado con los Sixers!. Y al final van a tener razón. El equipo que dirige Maurice Cheeks empieza a creérselo. Anoche, sin ir más lejos, vapuleó de mala manera a unos Pistons desconcertados (95-75), lo que supone el 2-1 en la serie eliminatoria.
Detroit se halla en estado de shock, no sólo por perder, sino por hacerlo de un modo tan triste y contra un equipo que le está derrotando en su propio terreno, es decir, defendiendo más que los de Michigan y jugando aún más colectivamente que los chicos de Flip Saunders. Ya nadie duda de que Mo Cheeks imprime carácter a los suyos. Philadelphia es una increíble escultura modelada a golpe de cincel. Y ese cincel lo gobiernan las manos de Cheeks.
La plantilla de los 76ers se ha hecho tan compacta que puede permitirse el lujo de perder por el camino a alguno de sus mejores hombres. Anoche, por ejemplo, apabulló a Detroit sin tener en sus filas al mejor Iguodala. El alero de Philadelphia apenas alcanzó la decena de puntos. Sin embargo, en vez de ponerse a lanzar de forma compulsiva, como hubiera hecho hace tiempo, sus esfuerzos se dirigieron a defender con dureza, presionando y cercenando las líneas de pase, y a asistir a sus compañeros en ataque.
Este cambio de mentalidad opera a todos los niveles. Así, el pívot Samuel Dalembert, otrora exclusivamente defensivo, de vez en cuando se desmelena en ataque. Fue el caso de anoche. El jugador haitiano fue una pieza clave en la victoria con sus 22 puntos y 16 rebotes. Además, hizo auténticos estragos en defensa como prueba el desastroso bagaje de los hombres altos de Detroit. Sus dos jugadores interiores del quinteto inicial sumaron 4 puntos, 2 de un desconocido Wallace y otros 2 de McDyess, que para más desgracia terminó el partido en el tercer cuarto. Lo hizo en los vestuarios y con la nariz rota, siendo una baja más que posible para el cuarto encuentro de la serie.
El juego que propugna Cheeks encuentra su desarrollo ejemplar en la cancha en el base Andre Miller, cuyo perfil como jugador se adapta como un guante al ideario de Cheeks, que también fue un base cerebral, y muy bueno por cierto. Miller no es un jugador espectacular, no es uno de esos bases que termina driblándose a sí mismo con un increíble movimiento de cadera, no. André Miller es un armador sobrio, paciente e inteligente que sabe leer los partidos. Y su equipo lo agradece.
Miller fue también muy importante ante Detroit. Sólo dio 3 asistencias, pero logró 21 puntos y supo desarticular el juego de Chauncey Billups. Desarticular a Billups es prácticamente desarticular a los Pistons, aunque el equipo cuente con otros grandes jugadores.
Monumental parcial a base de defensa
La defensa de los Sixers alcanzó su atmósfera más opresiva en el tercer cuarto. Fue en ese momento cuando los pupilos de Cheeks amordazaron el ataque del equipo de Flip Saunders, un entrenador sobrevalorado que todavía no ha demostrado en los momentos cruciales su capacidad para resolver las situaciones más voraces. Y ante los Sixers no fue una excepción.
El entramado defensivo local ahogó de tal manera la ofensiva visitante que en casi 10 minutos los de Detroit no anotaron ni una sola canasta de campo. Philadelphia dominaba a su rival por 48-46 a falta de 10:41 para el final del tercer cuarto. Pues bien, en los siguientes 9 minutos y 41 segundos el parcial fue de 20-5 para dejar el luminoso en 68-51. En esos casi 10 minutos, los Pistons encadenaron una serie de 14 tiros consecutivos fallados y perdieron 6 balones. Este último apartado fue especialmente sangrante para el equipo de Michigan, ya que se trata del conjunto que menos balones ha perdido a lo largo de la temporada regular (11 por partido). Y es que en el tercer envite contra los Sixers, los de Saunders cometieron ¡25 pérdidas!. Un desastre sin parangón.
Frente a todas esas pérdidas, la defensa local robó 15 balones para terminar el partido con un balance equilibrado de robos-pérdidas (15-15). Además, Philadelphia dominó el rebote, liderado por Dalembert, y anuló el tiro de perímetro de Detroit (3 triples de 15 lanzamientos). Los Sixers lograron 40 puntos en la pintura y 29 a partir de las pérdidas de su adversario, un equipo en el que sólo funcionaron Hamilton (23 puntos) y Prince (18).