Dallas Mavericks 97 New Orleans Hornets 87 (1-2)DALLAS: Kidd (8), Terry (22), Howard (18), Nowitzki (32), Dampier (4) -cinco inicial- Bass (8), George (5), Stackhouse y Allen. |
NEW ORLEANS: Paul (16), Peterson (2), Stojakovic (13), West (14), Chandler (4) -cinco inicial- Pargo (30), Wells (6), Armstrong y Wright (2). |
Parciales: 23-16, 24-24, 27-23 y 23-24. |
Monumental partido de Dirk Nowitzki en ataque y gran trabajo defensivo de su equipo, especialmente de Jason Terry en su aplicación sobre la estrella rival, Chris Paul. Dallas enderezó su mal camino en la serie y acortó distancias (2-1) tras ganar por 97-87 al conjunto de Byron Scott en un partido en el que Barea no llegó ni a sentarse en el banquillo, ya que permanece en la lista de inactivos de los Mavs.
La fiabilidad de los Mavericks en su casa les ofrece un cierto crédito a la hora de intentar remontar el 2-0 inicial logrado por el conjunto de Louisiana merced a dos portentosas actuaciones de su base Chris Paul.
Esa tremenda fiabilidad se mide en números. Dallas no pierde en su cancha desde el 24 de enero y con el de anoche ha encadenado 14 triunfos seguidos en el American Airlines Center, donde su balance en temporada regular ha sido notable: 34 victorias y 7 partidos perdidos. Pero esta sólida estadística, tan positiva para los texanos, se agranda si a la misma se suma la trayectoria histórica de estos dos equipos en sus enfrentamientos directos. New Orleans Hornets lleva sin ganar en Dallas desde 1998. Eso sí, una victoria ahora le daría prácticamente la llave de la clasificación.
Excelente rendimiento de Nowitzki y Terry
Dicen las malas lenguas que al serio y, desde la lejanía, antipático Avery Johnson no le convence mucho eso de tener como estrella del equipo a Dirk Nowitzki. Pues bien, el jugador franquicia de los Mavs salvó anoche la cabeza de su entrenador, aunque sea de manera provisional. Y es que la continuidad del exjugador de la NBA pende de un hilo, como la de unos cuantos más de sus colegas que están entrenando también a equipos que están jugando los playoffs.
El juego del jugador de Wurzburg resultó impecable. Y es que fue una delicia, como casi siempre, ver como un corpachón de 2,13 lanzaba a canasta con la grácil suspensión de un jugador pequeño y comprobar como el alero de Dallas, porque en ataque no juega de otra cosa, es capaz de lanzar a canasta con posiciones de piernas antinaturales que en él parecen absolutamente normales. Nowitzki hizo un partido completísimo. Anotó 32 puntos, pero es que capturó 19 rebotes y aún tuvo tiempo para ofrecer 6 pases de canasta a sus compañeros. Él y Jason Terry fueron la fuerza vital que cambió el rumbo de la serie o, al menos, lo colocó en un plano de igualdad hasta ahora inexistente.
En cuanto al escolta formado en Arizona, hay que decir que su incorporación al quinteto inicial fue un gran hallazgo de Avery Johnson. Su trabajo en defensa sobre Paul fue implacable y su coordinación con Jason Kidd en esa ardua labor rayó la perfección. Terry fue la primera opción defensiva sobre Paul, y se notó. En los dos primeros partidos el base de los Hornets había encestado 25 de 39 tiros de campo, un porcentaje impresionante, más aún para un jugador exterior. Pues bien, en el tercero, con Terry sobre él, se quedó en un paupérrimo 4 de 18. Y encima, el escolta de Dallas se permitió el lujo de anotar 22 puntos y repartir 6 asistencias. Impresionante.
Terry ocupó el puesto de Jerry Stackhouse, al que se le va la poca fuerza que tiene -ha estado lesionado- por la boca. Stackhouse, un gran jugador venido a menos pero todavía muy útil, se despachó a gusto antes del partido con unas curiosas declaraciones en las que ponía a parir a Byron Scott. Anoche jugó 7 minutos. A buen seguro que en el banquillo le daría tiempo de pensar en nuevas declaraciones, tal vez dirigidas a su propio entrenador por dejarle fuera de la rotación, ¿quién lo sabe?.
Estrellas caídas del cielo
Las tres grandes estrellas de New Orleans no tuvieron su noche y cayeron a tierra, se hicieron mundanas. O algo más que mundanas... se hicieron pedestres. Eso dicen, al menos, sus estadísticas de tiro. Es cierto que Paul logró 16 puntos y 10 asistencias, que West hizo 14 tantos y 9 rebotes y que Stojakovic alcanzó los 13 puntos y 10 rechaces en los tableros, pero los tres protagonizaron una noche más que errática. Paul terminó con 4 canastas de 18 intentos, West con 6 de 20 y Stojakovic con 4 de 12 para un total esperpéntico de 14 de 50. Lo increíble es que su equipo sólo perdiera de 10 con tal bagaje ofensivo.
Y no perdió de más porque desde el suelo, un jugador muy bueno, pero mundano, se elevó a los cielos con un rendimiento espectacular. Jannero Pargo vivió su mejor noche. Salió desde el banquillo para sentar cátedra con 30 puntos en 32 minutos. Su portentosa actuación fue un preciado parachoques que evitó un resultado de escándalo.
El inicio del partido ya dejó caer algo de lo que no había la menor duda. Dallas iba a jugar con una intensidad especial, nada que ver con los dos primeros encuentros. Y así fue en los primeros 8 minutos. Un 12-2 lo atestiguó. Con ese marcador ya habían anotado los cinco jugadores titulares de los Mavs. Y a Kidd se le veía extraordinariamente motivado tras el baño de agua fría que le había dado Paul en el inicio de la serie.
El primer cuarto acabó 23-16. Sin embargo, el segundo cuarto puso en guardia a la afición texana, que empezó a dudar de su equipo. Dallas se estaba desinflando como un globo, perdía fuelle como una botella de champán descorchada, mientras los Hornets intentaban demostrar que son algo más que Paul.
Un mate de Julian Wright adelantó a los visitantes (27-28) y acrecentó las dudas. Pero los Mavericks de anoche eran otros Mavericks, especialmente en defensa, zona de trabajo donde se ganan los campeonatos la mayoría de las veces. Y el partido alcanzó el descanso con 47-40. Lo hizo sin llegar a explotar, como si faltara el elemento desestabilizador, una transgresión, un punto de inflexión... que en realidad nunca llegó.
Partido sin excesiva brillantez
El tercer cuarto siguió por los mismos derroteros. Todos esperábamos que el punto de inflexión viniera marcado por la resurrección de Chris Paul y David West, pero fue una espera en vano. Los locales se fueron de 11 (54-43) tras un jugadón de Kidd: Dampier falla un tiro libre, Kidd atrapa el rebote ofensivo y asiste de inmediato con maestría para que anote Nowitzki. El base titular de los Mavs no tuvo números especialmente brillantes, pero cuajó un más que aceptable partido, no como Howard, que anotó 18 puntos pero volvió a quedar patente que ante los grandes compromisos se achica (5 de 16 en el tiro).
A partir de la mencionada canasta de Nowitzki el encuentro se quedó suspendido en una ventaja cómoda, pero no tranquilizadora. Dallas dominaba, pero era incapaz de quebar el partido. Mientras tanto, Pargo proseguía con su particular lección de tiro.
El último cuarto no supuso reacción alguna por parte de los Hornets. Los Mavs llegaron a abrir una brecha de 16 puntos en el luminoso y el partido fue languideciendo con escasos sobresaltos. El mayor fue desagradable y lo protagonizó Dampier con un impresentable empujón a Chris Paul que no venía a cuento, más aún cuando su equipo dominaba a placer e iba a ganar su primer partido de la eliminatoria. Pero es que hay algunos cerebros...