Dos días de reuniones no consiguen acercar a jugadores y propietarios
Las conversaciones se reanudarán este lunes, pero las diferencias económicas se mantienen
El fin de semana ha sido tan intenso como poco fructífero en lo que se refiere a las negociaciones del nuevo convenio laboral de la NBA. Las reuniones han sido largas e intensas, con momentos de tensión, pero unos y otros no parecen moverse de sus posiciones.
Más de 7 horas estuvieron reunidos ayer en el hotel Waldorf de Nueva York jugadores y propietarios, pero esas horas no sirvieron para que hubiera un acercamiento significativo de posturas, en especial en lo relativo al asunto fundamental de este conflicto, el reparto de los ingresos entre unos y otros.
A las conversaciones se han sumado este fin de semana un buen número de propietarios y un puñado de estrellas de la liga como Dwyane Wade, Paul Pierce, Ray Allen, LeBron James, Carmelo Anthony, Baron Davis y Elton Brand entre otros. Precisamente, Wade protagonizó el viernes uno de los momentos más tensos de la reunión al acabar a voces con el comisionado de la liga, David Stern.
La reunión del sábado resultó más relajada, pero las posiciones siguen estancadas en lo fundamental, que no es otra cosa que el reparto del dinero. “No estamos cerca de nada”, aseguró David Stern tras la última reunión sobre la posibilidad de un acuerdo, “pero en cualquier caso, estamos más cerca que antes”.
Mientras, los representantes de los jugadores hablaban de “enormes diferencias” y Billy Hunter, director ejecutivo del sindicato, reconocía que “no estamos cómodos con la posición que (los propietarios) mantienen ahora mismo”. Este lunes se reanudarán las negociaciones.
Nuevas propuestas, pero idénticas posiciones
En los últimos días, ambas partes han realizado nuevas propuestas, pero sin modificar signicativamente sus posiciones. Según las últimas informaciones, los propietarios de la liga parecen haber renunciado definitivamente a la idea de establecer un tope salarial rígido y apuestan ahora por realizar modificaciones sustanciales sobre el sistema actual.
Esas modificaciones, según avanza Marc Stein en ESPN.com, incluirían todas o la mayor parte de las siguientes medidas:
- Una tasa de penalización (‘luxury tax’) progresiva y mucho más dura que la actual con la que llegarían a pagarse 4 dólares de penalización por cada dólar con que un equipo supere los 80 millones de dólares en salarios.
- Una ‘amnistía’ que permitiría a cada franquicia cortar a un jugador de forma que su contrato no contabilizase en el tope salarial.
- Acortar el máximo de años garantizados en los contratos a 3 o 4 años.
- Limitar a un solo jugador por temporada la capacidad actual de los equipos para superar el tope salarial a la hora de renovar a sus propios agentes libres
- Reducir la excepción de medio nivel de 5,8 millones por año a 3 y reducir a 3 años la duración máxima de los contratos firmados acogiéndose a ella.
- Eliminar la excepción bianual de 2 millones de dólares y los ‘sign and trade’, que permiten a un jugador renovar con su franquicia para ser inmediatamente traspasado a otra.
- Reducir significativamente los salarios máximos y los incrementos anuales, así como rebajar en un 5% la cuantía de los contratos vigentes.
- Introducir una cláusula que impida a los equipos extender el contrato de un jugador traspasado en su último año de contrato (como ha ocurrido con Carmelo Anthony y los Knicks en la pasada temporada)
En cualquier caso, todos estos cambios se traducen en dólares y ahí es donde sigue manteniéndose la diferencia fundamental entre propietarios y jugadores, ya que los primeros no están dispuestos por el momento a repartir más del 48% de los ingresos en forma de salarios, mejorando el 46% que ofrecieron inicialmente, mientras que los segundos quieren obtener al menos un 53%, frente al 57% actual.
Si en los próximos días no hay acuerdo, la cancelación de la primera parte de la temporada se antoja inevitable.