Despedir entrenadores: la nueva moda de la NBA
“Ganar aquí, ganar ahora”. Ese es el nuevo lema de los propietarios de la NBA. Ya no hay proyectos, ya no hay inversiones a largo plazo. Sólo importa el presente. Maurice Cheeks es el último técnico en probar la amarga “medicina” de la exigencia, del despido. Es el último ejemplo de la paranoide moda instalada en el arranque de la nueva temporada de la NBA: disparen al entrenador, la pieza más fácil de cobrar. Ya van cinco en poco más de un mes de temporada.
¿Qué está pasando en la NBA? Es la pregunta que se hacen los grandes analistas. Byron Scott, el entrenador de los New Orleans Hornets, encuentra una explicación muy interesante. “Hay muchos nervios entre los propietarios. Se han invertido muchos millones de dólares en plantillas y quieren resultados inmediatos. Lo que habría que cuestionar es si las plantillas que se han formado son las mejores. Además, es curioso ver que los entrenadores despedidos pertenecen generalmente a equipos en formación”, afirmó recientemente.
Carlesimo y Jordan, primeras víctimas
P.J. Carlesimo fue el primero en caer. Los ejecutivos de los Oklahoma City Thunder le despidieron el 21 de noviembre, después de un inicio descorazonador: 12 derrotas en los 13 primeros partidos de la temporada. Carlesimo, un entrenador con muy poco carisma dentro de la Liga después de varios enfrentamientos con jugadores, afrontaba un traslado de la franquicia tras abandonar Seattle. Y habría que repasar su plantilla, con el joven Kevin Durant como única referencia válida.
El resto del plantel es para verlo, lleno de jugadores de vuelta (Joe Smith o Desmond Mason) o, directamente, de conocidos de poca enjundia, carne de equipos europeos sin demasiadas aspiraciones (Earl Watson, Chris Wilcox y demás). ¿Podría haberlo hecho mejor Carlesimo? Seguramente. ¿Podría haberlo hecho mucho mejor? De ninguna forma. Desde su despido, los Thunder sólo ganaron un partido más y siguen acumulando récords negativos.
Más sorprendente fue el despido de Eddie Jordan al frente de los Washington Wizards, ocurrido tres días después de la destitución de Carlesimo. La franquicia capitalina ordenó la rescisión de contrato después de que el equipo acumulara un solo triunfo en los primeros 11 partidos de la temporada. Atrás quedaban buenas temporadas de los Wizards y un estilo atractivo de juego, basado en el intercambio de canastas; a veces desmesurado, bien es verdad.
Los Wizards despidieron a Jordan a pesar de contar con una plantilla seriamente dañada por la ausencia de su gran estrella, el “Agente 0”, Gilbert Arenas. Los ejecutivos decidieron echar el resto y renovar el contrato de este gran anotador a razón de 111 millones de dólares por seis años. Casi nada. La franquicia quedó muy limitada para reforzar otras posiciones del equipo, especialmente los puestos de base y de pívot.
Arenas, todavía lesionado, aún no debutó esta temporada. Tampoco lo hizo el pívot Brendan Haywood. Jordan arrancó la campaña sin dos indiscutibles titulares y el equipo no encontró la brújula. La respuesta: el despido. Ahora los Wizards marchan con 17 derrotas en 21 partidos, el peor récord de la Conferencia Este.
Mitchell, de renovado a despedido
El siguiente despido fue bien llamativo. Ocurrió el 3 de diciembre y tuvo a Sam Mitchell como gran protagonista. Los ejecutivos de los Toronto Raptors consideraron inadmisible un arranque de temporada con nueve derrotas en 17 partidos. Una decisión casi tétrica: Mitchell fue nombrado en 2007 como mejor técnico del año y los Raptors renovaron su contrato en este verano por ¡tres temporadas! Increíble pero cierto: ¿Qué pasó para que en cuestión de un mes un entrenador renovado por 12 millones de dólares pase a perder la confianza de sus superiores?
En Toronto se hablaba de “falta de karma”, una explicación que sólo puede conducir a la risa. También es cierto que siempre hubo sensación de que el juego de los Raptors estaba por debajo de la calidad real de la plantilla, que Mitchell no tomaba decisiones correctas, especialmente en los encuentros trascendentes, incluyendo los partidos de “play-off”. Aún aceptando las supuestas limitaciones de Mitchell, habría que analizar si la plantilla de los Raptors da para mucho más.
Jermaine O’Neal parece un jugador de vuelta, muy lejos del impacto de sus mejores años y siempre viviendo con su fama de “jugador de cristal”. Además, Andrea Bargnani sigue decepcionando y cada vez hay más consenso con quienes opinan que su elección como “número 1” del “draft” fue un error histórico de la franquicia.
En este contexto, los Raptors siguen viviendo de lo mismo, o sea, de Chris Bosh, más el cerebro de José Manuel Calderón, ahora que es titular. Por lo pronto, los Raptors siguen ahora más o menos igual que cuando echaron a Mitchell, por debajo del 50 por ciento de victorias.
Y la lista sigue
El cuarto despido atañe a Randy Wittman, expulsado de los Minnesota Timberwolves tras 15 derrotas en 19 encuentros. La franquicia de Minneapolis es el claro ejemplo de la falta de paciencia y de la ausencia de un plan que anida en muchos equipos de la NBA. Los ejecutivos, con Kevin McHale al frente, decidieron dar un “volantazo” la pasada temporada con el traspaso de Kevin Garnett a los Boston Celtics.
A cambio, llenaron el equipo de chicos jóvenes, buenos proyectos, aunque con muchas cosas que demostrar. Y, a día de hoy, sólo Al Jefferson (como se presumía) tiene pinta de ser un jugador de verdad. Los Wolves no han mejorado desde el despido de Wittman y acumularon tres derrotas consecutivas. Igual la culpa no era del anterior entrenador.
Y ahora llega lo de Cheeks, una decisión muy sorprendente a pesar de que los rumores eran insistentes en las últimas semanas. Cheeks, un histórico de los Sixers, y ya da pena. Y eso que su trabajo, especialmente en la última temporada, fue alabado por una gran mayoría de analistas. La franquicia decidió contratar al “All-Star” Elton Brand y hacer multimillonario a Andre Iguodala, al que renovaron su contrato por cantidades astronómicas.
Pensaban que eso sería suficiente para pelear por los primeros puestos de la Conferencia Este. Pero el equipo no arrancó bien. No hubo paciencia, a pesar de que Cheeks ya ha demostrado que sus equipos suelen empezar las temporadas a bajo ritmo para llegar al final en la mejor forma posible. Su trayectoria no fue suficiente.
Ha caído y hay sospechas de que no será el último entrenador en perder su trabajo antes de finalizar el año. Algo está cambiando en la NBA, y no precisamente para bien.
Nota del editor.- Este artículo fue redactado antes de conocerse el despido de Reggie Theus, entrenador de los Sacramento Kings.