JORNADA NBA / Playoffs 2008 - Primera ronda Oeste
Paul deja en evidencia a Kidd y lleva a New Orleans a una apabullante victoria ante Dallas
El base de los Hornets se exhibe con 32 puntos y 17 asistencias
El equipo de Byron Scott ridiculiza la defensa planteada por Avery Johnson
NEW ORLEANS: Paul (32), Peterson (12), Stojakovic (22), West (27), Chandler (10) -cinco inicial- Pargo (10), Armstrong (8), Wells (4), J.Wright (2) y Bowen. |
DALLAS: Kidd (7), Stackhouse (9), Jo.Howard (10), Nowitzki (27), Dampier (6) -cinco inicial- Terry (16), Bass (19), George (5), Allen, Jones (3), A.Wright y Ju.Howard (1). |
Parciales: 39-29, 28-22, 32-28 y 28-24. |
Chris Paul se doctoró anoche ante Jason Kidd. El joven base de New Orleans Hornets humilló al veterano director de juego de Dallas Mavericks y su impulso creativo engrandeció de tal modo a su equipo que su rival quedó reducido a escombros hasta sufrir una derrota de las que dejan una profunda huella (127-103).
El segundo partido de la serie entre New Orleans y Dallas tuvo un nombre popio, el del ex de Wake Forest, un jugador que marcará una época en la historia de la NBA si las lesiones no se lo impiden, un chico que parece haber nacido para elevarse un palmo del suelo en los momentos claves sin importarle su inexperiencia en partidos de post-temporada, un armador cuyo juego ensalza a partes iguales la creatividad y la solidez, haciendo más fácil el juego de sus compañeros, porque Paul no sólo es una portentosa firma individual, sino que también es, y esto es lo más importante, un repartidor de felicidad entre sus compañeros. Con el balón en sus manos todo puede pasar. Esa magia le ha convertido en un abrir y cerrar de ojos en el mejor base de la liga sin discusión, relevando en el escalafón a otra batuta mágica, aún activa, la del gran Steve Nash. Y además defiende. En dos partidos lleva una media de 33,5 puntos y 13,5 asistencias.
Ese arrollador talento del base de los Hornets se llevó por delante a un hombre que ha hecho historia en la NBA y que anoche pareció un pelele en manos del joven Paul. El armador local terminó el partido con 32 puntos y 17 asistencias, batiendo el récord de pases de canasta dados por un jugador de su franquicia en un partido de playoff, registro que tenía en su poder el minúsculo Buggsy Bogues desde 1993.
En el otro lado de la cancha, Jason Kidd vivía un partido de pesadilla que no pudo evadir ni siquiera con las constantes ayudas defensivas de sus compañeros. El organizador californiano acabó con 7 puntos y 8 asistencias, no tuvo capacidad de respuesta frente a la avalancha de juego de Paul y acabó frustrado, desesperado, triste.
Un desastre colectivo
Tenía razón el entrenador visitante, Avery Johnson, en no personalizar el fracaso deportivo de su equipo en Kidd, toda vez que se trató de un desastre colectivo, cuyo máximo exponente fue la lamentable labor defensiva del equipo. Y en esa culpa compartida, algo tendría que decir, en todo caso, el propio técnico, al que su colega Byron Scott le ganó la partida desde el primer momento, ya que el primer cuarto fue toda una pista de lo que iba a suceder en el New Orleans Arena.
No tendría ninguna gracia decir que los Hornets fueron un huracán, pero lo fueron. En los primeros 12 minutos arrasaron a su contrincante tras completar un primer cuarto de récord. Lograron 39 puntos con un 71% de acierto en el tiro. Y el motor que hizo posible el funcionamiento perfecto de la máquina del Mississippi no fue otro que el ya citado Chris Paul, que en esos minutos iniciales regaló 8 asistencias. Y es que lo suyo a lo largo del partido fue un recital de conexiones. Enlazó con maestría con David West (27 puntos con 11 de 17 en el tiro) y Peja Stojakovic (22 con 5 de 7 en los triples), a los que facilitó tiros abiertos y sin oposición, pero también se preocupó de surtir balones al interior de la zona donde el propio West y el agerrido Chandler (10 puntos y 11 rebotes) también hicieron daño.
Todos ellos fueron mimbres indispensables en la cesta del triunfo, bien apoyados por el quinto titular, Morris Peterson, y el suplente Jannero Pargo.
La defensa de Dallas hizo aguas
El ataque del equipo local campó a sus anchas (39 puntos en el primer cuarto, 67-51 al descanso, victoria por 20 de diferencia al final del tercer cuarto). Fue un paseo militar, tal y como indican las estadísticas. Y es que los buenos porcentajes de Dallas en el tiro quedaron como un juego de niños en comparación con los de su rival. Porque hay que defender muy mal, pero que muy mal, para que tu adversario anote un 60,8% en el tiro de campo durante 48 minutos y un 55,6% en el tiro de 3 (10 de 18).
El dominio de los chicos de Byron Scott fue incontestable en prácticamente todas las facetas del juego, ya que todo funcionó de forma perfecta. Ganaron los cuatro cuartos, sólo perdieron 6 balones frente a 15 de Dallas y dominaron la pintura, sobre todo a base de continuos contraataques, especialmente en la primera mitad. De hecho, en el único apartado en el que los Mavs pueden presumir de haber superado a su rival fue en su extremo acierto que tuvieron a la hora de cerrar el rebote en su tablero.
En el equipo texano hubo tres jugadores que se salvaron de la quema, pero que acabaron con el ceño fruncido, especialmente uno de ellos, el alemán Dirk Nowitzki. El teutón finalizó con 27 puntos y excelentes porcentajes, pero ya se está viendo otra vez apeado de la competición como todo siga así. Desde el banco pusieron un punto de dignidad Jason Terry (16 puntos con 4 de 5 triples) y sobre todo un gran Brandon Bass (19 puntos y 8 rebotes e infalible en el tiro -5 de 5 de campo y 9 de 9 desde la línea personal-). En el lado contrario, a la decepción de Kidd hay que añadir la nueva deserción en un partido importante del inconsistente Josh Howard, que se quedó en 10 puntos con 3 de 10 en el lanzamiento y que volvió a dar pábulo a sus críticos, que dicen, y no les falta razón, que se achica en los grandes momentos.
El jugador hispano de Dallas, José Juan Barea, volvió a quedarse en la grada y su situación se hace más difícil, a la hora de debutar en playoffs este año, si se analiza el descarte realizado anoche por Avery Johnson, que pasó a la lista de inactivos al tercer base, Tyron Lue, para incorporar a la de activos a Wright. Y es que parece claro que el técnico del conjunto texano aboga ya directamente por una dupla formada por Kidd y Terry en la dirección del juego.
Ahora los Mavs tienen que hacerse fuertes en su feudo. Han perdido los dos primeros compromisos como visitantes y han dado la impresión de ser inferiores a New Orleans. No pueden permitirse caer por segundo año consecutivo en primera ronda de playoffs tras ser subcampeones de la NBA en el año 2006. Sería un auténtico fracaso.