El Lakers-Warriors estaba siendo un gran partido hasta que un cúmulo de circunstancias adversas convirtieron su final en un auténtico esperpento, en un espectáculo más propio de una competición de cuarta categoría que de la NBA.
Lo primero es lo primero: Warriors ganó a Lakers 121-128 para pasar al equipo angelino en la clasificación. Ahora Golden State es noveno en el Oeste con 35-31 y Lakers es décimo con 36-32, estando al acecho Rockets con 32-35.
Lo segundo, antes de entrar en ese esperpéntico final que se cargó el partido, es que Golden State disfrutó del regreso feliz y muy productivo de Stephen Curry y Draymond Green, que LeBron James hizo un partido sensacional y que Anthony Davis solo pudo jugar en el primer cuarto porque sufrió una lesión en el ojo izquierdo que le quedó a la virulé y le dejó fuera del partido.
El encuentro estaba 117-124. LeBron James andaba enfrascado en una lucha individual contra el mundo que contrastaba con el juego colectivo en ataque de Warriors, pero la apuesta extrema de LeBron era tan brillante que llevaba a la espalda a todo su equipo, permitiendo a los Lakers sobrevivir en el marcador. Y entonces llegó un triplazo de James desde la esquina para el 120-124. Se prometía un final apasionante, pero lo que llegó fue un final abrasivo que acabó con todo.
Para empezar, el triple de LeBron se descontó no subiendo al marcador porque estaba pisando la línea lateral. Y a partir de ahí llegó la pesadilla que tuvo el partido parado durante más de 20 minutos.
Un par de revisiones pusieron el partido en pausa. Hasta ahí todo normal, aunque en este caso dañaran tremendamente el ritmo del partido. Pero es que luego llegó el esperpento. Dejó de funcionar el reloj de posesión y el juego se llegó a reanudar 5 veces y a parar otras tantas. Sacaba Lakers, se comprobaba que el reloj de posesión seguía sin funcionar y se volvía a detener el juego. Y así hasta que la paciencia de todos se colmó y el enfado se instaló en la pista. Para cuando se decidió que los últimos 95 segundos del partido se jugaran cantando la posesión a viva voz, el partido ya estaba arruinado. El final resultó a todas luces un fraude para el espectáculo.
Ese final de opereta no impide que haya que glosar la meritoria victoria de unos Warriors que volvieron a ser un equipo altamente competitivo con el regreso al juego de Stephen Curry (31 puntos, 6 rebotes y 5 asistencias) y Draymond Green (6 puntos, 12 rebotes y 13 asistencias). Ambos hicieron un primer cuarto para olvidar para luego recuperar las mejores de sus esencias. Capitales ambos en el triunfo.
Los otros dos jugadores capitales, aunque en menor medida, para Warriors fueron Klay Thompson (26 puntos, 21 en una enorme primera parte) y Jonathan Kuminga (23 puntos tras un gran inicio de primer cuarto y un gran final de segundo).
Andrew Wiggins sumó 16 puntos y se desempeñaron con acierto Chris Paul y sobre todo Trayce Jackson-Davis, que rindió a un grandísimo nivel.
Golden State tuvo una estupenda relación asistencias-pérdidas (38-7), trabajó bien el rebote ofensivo y disfrutó de una segunda unidad muy productiva que anotó 47 puntos.
Lakers, mientras, fue LeBron James y un lugarteniente de nivel llamado D'Angelo Russell. Sosteniéndose el equipo con bastante dignidad a pesar de la pérdida de Davis.
Lo de LeBron fue todo un derroche físico y mental, empujando hasta la extenuación para que su equipo no se descolgara en el marcador. Hizo 40 puntos, 8 rebotes, 9 asistencias y 15 de 23 en el tiro de campo. Lo suyo en la recta final fue un percutir sin descanso contra la canasta rival. Tremendo.
Russell firmó 23 puntos, 13 asistencias y no perdió un solo balón.
Destacar también el segundo cuarto de Rui Hachimura, que acabó el partido con 14 puntos y el trabajo en la zona de Jaxson Hayes, un portento físico cuyo IQ resulta irrelevante.
Anthony Davis metió 8 puntos en los 12 minutos que jugó. Se fue del partido con un ojo a la virulé y no jugó más que el primer cuarto. Habrá que estar atentos a su estado físico.
El partido, hasta ese parón letal en su desenlace, estuvo muy bien, resultó igualado, dinámico y muy entretenido de ver. Hubo jugadas espectaculares, no faltó algún tapón también digno de mención, se prodigaron los alley-oops (espectacular un vuelo de Hayes y recurrentes los que partieron de Draymond Green), hubo buena circulación de la bola... y la máxima ventaja del partido correspondió a Warriors cuando tuvo 12 puntos a su favor (101-113) al inicio del último cuarto, diferencia que acortó rápidamente LeBron con dos jugadas consecutivas de 2+1.
Una lástima que el partido terminara como terminó, con abucheos desde la grada debido al parón que parecía hacerse eterno y con frustración para los jugadores, tanto para los ganadores como para los perdedores, por lo mal que terminó un partido que tenía todos los ingredientes para ofrecer un final hermoso.