A la espera. Esa es la situación ahora mismo entre Damian Lillard y su equipo de siempre, Portland Trail Blazers. El jugador esperará a que finalice la agencia libre para tomar una decisión respecto a su futuro.
Si los Blazers no se refuerzan este verano, Lillard pedirá salir del equipo. Pero por ahora seguirá instalado en la cautela y la prudcncia, pero sobre todo seguirá armándose de paciencia.
El culebrón Portland-Lillard, que se viene prolongando con diferentes grados de intensidad en las últimas dos temporadas, podría estar tocando a su fin. La pelota está en el alero de la franquicia.
Ayer lunes se reunieron las partes para analizar la situación y hablar de presente y futuro. La idea de Lillard es clara: quiere que lleguen jugadores veteranos, jugadores con peso que sean ya competitivos para hacer al equipo igualmente competitivo. Tener jugadores jóvenes con gran proyección está muy bien, pero a estas alturas de la carrera de Lillard resulta completamente insuficiente.
La llegada del talentoso Scoot Henderson vía draft, desde el puesto 3, no ha apaciguado a un Lillard que no está para esperar a que los jóvenes talentos de su equipo vayan madurando.
Lo cierto es que los Blazers son ahora mismo un equipo gris, estando muy lejos de apuntar alto, y si esa situación no cambia, Lillard emprenderá un nuevo camino.