Duelo entre dos de los mejores equipos de la temporada, Sixers y Nuggets, y entre dos claros aspirantes a ser MVP, Joel Embiid y Nikola Jokic. Un doble duelo que se decantó del lado de Sixers y Embiid en una tarde explosiva del jugador camerunés.
Philadelphia (segundo del Este con 32-16) se impuso 126-119 a Denver (líder del Oeste con 34-16). Lo hizo remontando a partir de un espléndido final de tercer cuarto y un gran cuarto final y lo hizo con una exhibición de juego de Embiid en la segunda parte.
El camerunés metió 28 puntos tras el descanso para darle la vuelta al marcador y acabar con 47 puntos, 18 rebotes, 5 asistencias, 3 robos de balón y un 18 de 31 en el tiro de campo metiendo 4 triples de 7 intentos. Es la novena vez que anota 40 o más puntos esta temporada. Está claro que tiene una motivación extra ante Jokic por motivos obvios.
Mientras, Jokic solo encestó 8 puntos en la segunda mitad para terminar con 24 tantos, 8 rebotes y 9 asistencias, solo lanzó 12 tiros (8 de 12) y perdió 7 balones, algunos importantes en el cuarto final. Fue de más a menos y nunca tuvo armas efectivas para defender a Embiid, sin que desde el banquillo de su equipo se ofrecieran otras alternativas en la defensa de la estrella local.
En Sixers, junto a Embiid un asesino silente llamado James Harden, más contenido que nunca en esta etapa en Sixers, especialmente equilibrado en su juego. Hoy solo ha lanzado 10 veces a canasta para terminar con 17 puntos, 13 asistencias y 0 pérdidas de balón. Toda una lección magistral a la hora de dirigir el juego, además de protagonizar la jugada surrealista del partido cuando se levantó del banquillo para intentar cortar un balón.
A todo ello se añadió la oportuna resurrección de Tobias Harris en la segunda parte tras hacer una primera inexistente.
El partido fue de Denver en tres cuartas partes del juego. Los Nuggets firmaron una espléndida primera parte, con un juego asociativo de primer orden y un nivel de acierto en el tiro poco común.
Desde el inicio hasta el descanso fue un monólogo ofensivo del equipo de Malone, que se fue al descanso ganando 58-73 tras meter el 65,9% de sus tiros de campo, encestar el 58,8% de sus triples (10 de 17), acumular 18 asistencias y tener a sus 4 jugadores más importantes en más de 10 puntos.
La defensa de Sixers había sido triturada por el excelente juego del rival en una primera mitad dinámica, fluida y visualmente hermosa para el espectador, con unos Sixers yendo a remolque y dando alguna que otra imagen poco edificante, como la bronca que tuvieron en el segundo cuarto en un tiempo muerto Georges Niang y De'Anthony Melton cuando el primero le recriminó al segundo que no le había pasado el balón. Montrezl Harrell tuvo que interponerse para que la cosa no fuera a más.
Más allá de ese incidente puntual, propio de la tensión competitiva de un partido, lo que llamó la atención fue la poca tensión competitiva en materia defensiva de Sixers en la primera parte, algo que se corrigió de forma exquisita en el descanso, viendo cómo se desarrolló la segunda mitad.
La segunda parte fue harina de otro costa, del 58-73 de la primera a un 68-46 tras el descanso, con 30-20 en el cuarto final. La defensa local empezó a existir y a elevar su nivel hasta anular a unos Nuggets perdidos a partir de su horrible final del tercer cuarto.
Ahí estuvo la primera clave. Denver volvió a los 15 de ventaja jugándose el tercer período (84-99) pero encajó un dolorosísimo 12-0 en la recta final para el 96-99, un 12-0 procedente de 4 jugadas de 3 puntos de la más variada ejecución: 2 triples de Georges Niang, un 2+1 de Embiid y 3 libres en el segundo final de Embiid tras una tonta falta de los Nuggets cuando el camerunés ni siquiera estaba cerca de la línea divisoria de la pista.
Ese 12-0 equilibró un partido que había sido de Denver, y en el último cuarto se adelantó 112-110 Sixers después de no ir por delante en el marcador desde el 2-0 inicial. A partir de ahí, Denver desapareció de la pista, Embiid se comió la cancha y Philaldelphia se llegó a poner 8 puntos arriba tras endosar un decisivo 20-4 a su rival.
En esa recta final, dos acciones importantes de P.J. Tucker, un palmeo anotador y un robo a Jokic, y un triple de Embiid para poner el 125-117 a 29,2 segundos del final. Todo estaba decidido.
Niang, Melton y Maxey fueron secundarios necsesarios para el triunfo, con los Sixers metiendo 18 triples con una efectividad superior al 50%.
En Denver, más allá de Jokic, 22 puntos y 6 asistencias de Jamal Murray, 20 puntos de Michael Porter Jr. y 18 de Aaron Gordon, con 8 de 10 en el tiro.
Denver se fue del partido pensando en lo que pudo ser y no fue, porque en los momentos de la verdad fue devorado por Sixers.