Magistral triple-doble de Luka Doncic en Brooklyn, uno de esos triples-dobles que nacen del buen juego y sirven para ganar y no para decorar la repisa de la chimenea del salón con aire. El esloveno sentó cátedra en la pista y Dallas doblegó a los Nets en la prórroga para ganar 125-129.
Lo de Doncic fue pura fantasía productiva, o como aunar la magia con la efectividad. El líder de los Mavs sumó 41 puntos, 14 asistencias -incluidas varias por la espalda y una de espaldas a su compañero-, 11 rebotes y 3 robos de balón, estuvo en el 50% en el tiro y resultó decisivo en los momentos trascendentales del partido. Una actuación mayúscula de verdad la de Luka, que no ha bajado de 30 puntos en los 4 partidos que ha jugado.
También hay que decir que Brooklyn Nets en este inicio de curso es una hermanita de la caridad en defensa, un equipo abonado para que la estrella del equipo rival se luzca a manos llenas. Sucedió con Morant, sucedió con Anteto, sucedió con... sí, con todos los líderes que se han medido con los Nets en los 10 días que llevamos de competición.
El equipo de Steve Nash se pone con marca de 1-4, perdiendo hoy a pesar de que sus dos grandes estrellas han totalizado 76 puntos, lo que habla bien a las claras de los dos grandes problemas que aquejan a este equipo: no defienden nada estos Nets y nadie acompaña en la ofensiva a Kevin Durant (37 puntos hoy) y Kyrie Irving (39 puntos y 4 tapones). Una ruina se mire por donde se mire.
Dallas (2-2) tuvo su tercer partido apretado y esta vez eludió la derrota. Lo hizo con paciencia, acertando de una forma desaforada desde el triple (20 de 40) y mostrando una enorme superioridad su segunda unidad (54 puntos) frente a la segunda de los Nets (25).
Joe Harris se sumó a las bajas de su equipo, y le tocó contemplar otra derrota de los suyos, que siguen sin levantar cabeza.
El partido estuvo bonito de principio a fin y se movió siempre en régimen de igualdad. Brooklyn se puso 8 arriba (51-43) en el segundo cuarto tras un parcial de 13-2, pero poco le duró la ventaja, y Dallas adquirió su mayor diferencia en el marcador, 9 puntos, justo jugándose la prórroga, lo que le dejó a las puertas de la victoria que finalmente consiguió. Es decir, ninguno de los dos equipos logró en ningún momento una ventaja de dos dígitos, algo que en estos días que corren supone una anormalidad en la NBA.
Importante robo y asistencia de Ben Simmons para el mate de Durant que puso el 112-112 en el marcador -lo único verdaderamente importante que hizo en el partido un nuevamente gris Simmons- y última jugada de Dallas para ganar el partido que Doncic delegó en Reggie Bullock pasándole el balón, pero el triple de este no entró.
Ya en la prórroga, los Mavs rompieron el partido desde el triple, con 2 consecutivos de Maxi Kleber y el propio Bullock con sendas asistencias por la espalda de un brillante Doncic.
Se pusieron 114-123 los Mavs y poco después se tuvo que parar el juego a 1:40 del final porque un espectador lanzó desde la grada a la pista un objeto que pareció ser a la vista una bolsa de hielos. Lamentable. Un parón que no supuso nada para el juego, porque Dallas aguantó la presión para ganar, sin perder un solo balón en el tiempo extra cuando en los 48 minutos anteriores había extraviado 17.
Buen partido en los Mavs de Tim Hardaway Jr. (18 puntos), recuperado de sus problemas físicos, muy buena noche de Kleber (15 puntos). Facundo Campazzo solo jugó esta vez 3 minutos.
En Brooklyn, detrás de Durant e Irving no hubo nada. Si acaso algo de Royce O'Neale y del joven Duke Jr., que acabó eliminado por faltas. Porque Simmons volvió a ser un apéndice de lo que pudo llegar a ser en Sixers. El australiano es una alma perdida que intenta encontrarse. Y eso puede llevarle un tiempo más o menos largo o toda una vida.