Baño de multitudes de unos Warriors triunfales. El Desfile de los Campeones colapsó Market Street, donde decenas de miles de aficionados celebraron el título de su equipo, un título que no pudieron celebrar in situ en el sexto juego al disputarse en Boston.
San Francisco se ha engalanado este lunes 20 de junio para celebrar su primer campeonato de la NBA. Es el séptimo de Warriors y el cuarto en los últimos 8 años, pero ninguno de los 6 campeonatos anteriores llegaron con el equipo teniendo sede en San Franscisco.
Warriors jugó en la ciudad californiana desde 1962 hasta 1971, disputó entonces 2 Finales en ese período y las perdió. Y regresó a San Francisco en 2019 con 2 temporadas iniciales en las que la franquicia sufrió muchísimo.
Hoy, ese sufrimiento se ha transformado en alegría, en felicidad desbordante, con los jugadores y el cuerpo técnico recorriendo Market Street en sus autobuses descubiertos, en un itinerario triunfal de 2,2 kilómetros desbordados por la pasión.
Algunos de la comitiva tenían ya experiencia reconocida en estas lides (Steve Kerr, Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green, Andre Iguodala, Kevon Looney); otros eran novatos en una fiesta de esta envergadura y significado (Andrew Wiggins, Jordan Poole, Gary Payton II... y una gran parte de la plantilla). Para ellos tuvo palabras Draymond Green: "Lo que me da más alegría es ver a los chicos que lo ganan por primera vez".
En el foco de la celebración, Stephen Curry, por fin MVP de unas Finales, un Curry desbocado que lucía un collar en el que se podían ver sus 4 anillos de campeón. Bromeaba Curry asegurando: "Tuve que sacar las joyas". El base estelar de Golden State repetía... "Ha sido un año increíble".
A Klay Thompson se le veía exultante. No es para menos. Su particular 'milagro' ha conmovido a todos. Ha pasado en unos meses del infierno al cielo, de un modo deslumbrante. No paraba de celebrar.
Mientras, Steve Kerr (9 anillos ya en su poder) recordaba las muchas felicitaciones que ha recibido estos días, una de las cuales guardaba con especial consideración, la de Barack Obama.
No faltó el champán ni los puros, tampoco el confeti azul y dorado desparramándose por el asfalto, y el sol fue un espectador más, un espectador privilegiado que se unió a la gran fiesta de Golden State Warriors.
Y en medio de toda esa fiesta, como protagonista, Juan Toscano-Anderson celebrando su particular hito, su momento convertido en momento histórico para el baloncesto mexicano. La bandera mexicana no faltó a la cita. California fue un poquito más hispana de lo que ya lo es.