Otra vez Stephen Curry con su varita mágica, otra actuación magistral del gran maestro de la ofensiva. La estrella de Warriors llevaba algunos partidos grises en los que había dejado el protagonismo a Jordan Poole, pero cuando ha vuelto a empuñar la batuta... magia en estado puro.
Curry ha vuelto a ser Curry en su máxima expresión. El base de Golden State ha bailado a los Hawks de un modo descorazonador para el rival, dando igual qué marcador le pusieran encima. Curry ha logrado esta noche 50 puntos, 10 asistencias, 7 rebotes, 3 robos por 2 pérdidas, se ha ido al 50% en el tiro de campo, ha enchufado 9 triples rozando ese 50%, ha metido 13 libres sin fallo alguno y su equipo ha hecho un +31 en el marcador con él en liza. Pero más allá de todos esos sobresalientes números, está la marca de jugador grande, está su despliegue de juego en la pista, está su modo estético de resolver los problemas. Imparable de principio a fin.
Warriors no había brillado especialmente en la primera parte (Curry sí lo había hecho ya). El partido alcanzó el descanso con 61-65 en el luminoso. Igualdad, defensas demasiado laxas, con poco compromiso por ambos bandos, y duelo anotador entre Curry y Trae Young, un duelo anotador que en la segunda parte pasó a ser simplemente un monólogo de la estrella local.
Todo cambió en el tercer cuarto. Golden State apretó el acelerador de forma visible en el terreno defensivo y a partir de esa mejora defensiva destrozó a su rival desde todos los puntos de vista hasta hacerle un 41-20 en 12 minutos.
Brutal cuarto de Warriors: 41 puntos, 65% en el tiro de campo, 5 de 9 desde el triple, 10 de 10 en libres, 9 asistencias y una defensa mortal, con Curry anotando 18 puntos en el cuarto que lo desequilibró todo.
Ese tercer cuarto diferencial se convierte así en un reflejo de lo que está siendo el arranque de temporada para unos y otros. Warriors es el mejor equipo de la NBA, con una marca de 9-1. Sus inmediatos perseguidores han perdido ya 3 encuentros; Hawks, mientras, ha empezado con muchas dudas y está en un pobre e inesperado 4-7 que nada tiene que ver con su anterior temporada y con la calidad de su plantilla.
Golden State vive un momento muy dulce (y está sin Klay Thompson y James Wiseman). Clave en su éxito de hoy, como en todo lo que va de temporada, el movimiento de balón de Warriors. Su circulación resulta una delicia para los ojos, y los números no mienten: ¡en los 10 partidos disputados el 72% de las canastas de Golden State han venido precedidas por asistencias!
Ante Atlanta, resultó importante la resurrección en la segunda mitad de Jordan Poole, que terminó con 16 puntos, así como la aportación de la segunda unidad, con jugadores como Bjelica, Iguodala, Payton II o el mexicano Juan Toscano-Anderson, que brilló con luz propia: 11 puntos en 15 minutos tras meter 3 triples. ¡Qué pasión despliega el mexicano sobre la cancha!
Wiggins y Lee, otro suplente a muy buen nivel, estuvieron en dobles dígitos encestadores y Draymond Green siempre estuvo ahí, porque nunca deja de estarlo. Resulta capital en este equipo.
Atlanta, que está 1-6 como visitante, vio cómo Trae Young perdía fuelle tras el descanso, lo mismo que le pasó a John Collins tras una gran primera parte. El primero terminó con 28 puntos y 9 asistencias y el segundo aportó 19 puntos, por los 17 de Bogdan Bogdanovic.
En el lado negativo... Capela, Reddish, Gallinari... las 18 pérdidas de balón del equipo y su desaparición en el tercer cuarto, una desaparición que le costó el partido.