Están de enhorabuena en Arizona. Los Suns están jugando sus terceras finales, por lo que podemos desgranar un poco cómo han sido sus caminos para llegar hasta este momento mágico. Nos remontamos a mediados de los 70.
En la temporada 1975-76, los Suns fueron un equipo que no contaba para la prensa como aspirante a nada. Sus registros eran, cuanto menos, curiosos:
42 - 40 de balance
105 puntos anotados
104,5 puntos recibidos
Se clasificaron como terceros de la Division Pacífico y se les auguraba unos playoffs más bien cortos. Pero nada más lejos de la realidad.
Para entrar en contexto, debemos saber quienes lideraron ese bloque:
Paul Westphal, Alvan Adams y Curtis Perry.
Westphal era el base, el líder, el orgullo del equipo de MacLeod. A sus 25 años era un auténtico All-Star (20,5 puntos, 5,4 asistencias y 2,6 robos).
El joven Alvan Adams era un todoterreno (19 puntos, 9,1 rebotes, 5,6 asistencias y 1,5 tapones) de sólo 21 años que impactó de lleno en la NBA nada más llegar.
Perry era el ‘veterano’ de los tres (27 años) y el que cubría las espaldas (13 puntos y 9,1 rebotes).
Había varios jugadores importantes junto a ellos (Van Arsdale, Heard, Erickson), pero el peso lo llevaba el trío nombrado. Paso a paso llegaron a playoffs, y ahí fue donde su potencial salió a la luz.
Los Sonics en primera ronda y los Warriors en segunda cayeron a sus pies a pesar de tener posiblemente mejores plantillas. Los Warriors de Rick Barry eran los vigentes campeones de la NBA y vieron cómo en siete partidos los Suns les dejaban fuera.
Los 27 puntos por noche de Rick Barry no fueron suficientes ante la energía de los chicos de MacLeod (y las broncas internas de los de la Bahía, que tiraron por tierra sus opciones).
En las Finales no pudieron hacer mucho lo Suns ante los Celtics de Dave Cowens y Jo Jo White. Triunfo por 4-2 para los de Boston, que ganaron el segundo anillo en tres años (1974 y 76).
Aquel equipo de Suns tenía 8 jugadores con 27 años o menos. Su fe, su potencia física y el liderazgo de Westphal les llevó a soñar.
Segundo asalto al título
Hasta inicios de los 90 no volvieron a tener una nueva oportunidad en El Valle. Concretamente, en 1993, con la llegada de Sir Charles Barkley a Arizona.
En esta ocasión, los Suns sí eran aspirantes al anillo por derecho propio.
En la NBA reinaban los Bulls de Michael Jordan, Scottie Pippen y Phil Jackson. Llevaban dos anillos consecutivos y afrontaban la 1992-93 con intención de three-peat. En el Oeste,mientras, lideraban la conferencia desde hacía años dos equipos: Lakers y Blazers.
Pero ese año tocaba el cambio de guardia. Los Suns lideraron la liga con un balance de 62-20. Y un conocido de 1976 ahora en el banquillo: Paul Westphal. Mística al poder. Tenían muchos jugadores de calidad, pero destacaban este trío por encima del resto:
Kevin Johnson (16 puntos, 7,6 asistencias y 1,5 robos)
Dan Majerle (16,9 puntos, 4,7 rebotes y 38% en triples)
Y por descontado, el MVP: Charles Barkely
El Gordo lo bordó: 25,6 puntos, 12,2 rebotes, 5,1 asistencias y un 52% en el tiro de campo. Impresionante tarjeta que le sirvió para superar a Air Jordan en el premio de MVP y liderar la liga.
Lo tenían todo a favor para reinar durante años. Edades de madurez (26-29), calidad, experiencia, envejecimiento del resto de rivales directos. Soñar con campeonatos no era una quimera.
Pero los playoffs no fueron nada fáciles. Contra todo pronóstico, gastaron casi todas las opciones para ganar a Lakers (3-2), Spurs (4-2) y Sonics (4-3).
Ese desgaste que nadie predijo terminó por hacerles mella en los momentos calientes de las Finales NBA. Ante los Bulls, cayeron 4-2 con la ya mítica jugada ofensiva de Paxson y defensiva de Grant. Adiós a la temporada perfecta de Barkley y hola al mito de Jordan.
El tercer intento
Han tenido que pasar casi tres décadas (28 años) para volver a ver a los Suns en las Finales. El año pasado, en la burbuja de Orlando, demostraron potencial (8-0), pero nadie esperaba este crecimiento. Y todo se resume en un movimiento: traer a Chris Paul a Arizona.
Muchos dudaron de este movimiento. Era lógico, pues la edad (36) y el contrato millonario (+30 millones) causaban pavor. Además, Ricky Rubio había demostrado que podía liderar la manada de cachorros y su paso por el Mundial 2020 lo dejó como MVP y medalla de oro.
Pero James Jones (general manger de los Suns) vio una oportunidad y se lanzó de cabeza. Ahora, nadie le discute nada.
Una temporada regular fantástica (51-21, segundos del Oeste). Los de Monty Williams han ido creciendo partido a partido. Regulares en ambos lados de la cancha (7º mejor ataque, 7ª mejor defensa) han ido derribando barreras.
En esta ocasión, el Big3 recae en Devin Booker, DeAndre Ayton & Chris CP3 Paul.
Booker tiene 24 años, pero ya es una estrella de la liga. Su potencial ofensivo no deja de mejorar y sus números (25,6 puntos, 4,2 rebotes, 4,3 asistencias y 48% en el tiro) son de All-Star perenne.
El gigante interior de las Bahamas, Deandre Ayton, ha demostrado que su madurez en la NCAA era una señal de su potencial. Sus 14,4 puntos, 10,2 rebotes y 1,5 tapones son buenos números, sin ser excelentes. Pero su 62% en el tiro de campo y su IQ en cancha han quedado patentes en playoffs, donde se ha hecho inmenso (recordando a Alonzo Mourning en ciertos momentos).
Y qué decir de Chris Paul a sus 36 años… 16,4 puntos, 8,6 asistencias y 39% desde el triple. Casi no pierde balones, dirige como un general romano en combate y su conexión mental con Monty Williams es digna de los X-Men.
El bloque sólido y suficientemente maduro (Craig, Bridges, Payne, Saric, Crowder) ha cumplimentado todas las facetas a las que en algún momento no haya llegado el trío maravilla.
En primera ronda se cargaron a los mermados Lakers (es de justicia reconocer que sin AD y casi sin LeBron les fue más cómodo), en segunda fulminaron a los Nuggets del MVP Jokic (durísimo varapalo para los de Denver) y en finales de Conferencia pelearon ante los combativos -y también diezmados- Los Angeles Clippers. En algunos partidos sin CP3 les costó sacarlos adelante, pero el bloque respondió. Y eso es lo que demuestra que están capacitados para conseguir el ansiado premio.
¿Brillará al fin el sol en Arizona? Ahora es la mejor oportunidad que han tenido de las tres.
Con el 1-0 en el balance y con la duda de que Antetokounmpo esté al 100%, se empieza a dislumbrar un amanecer glorioso.