La de 2020 es, sin duda, una de las promociones más espectaculares que ha ingresado en el Salón de la Fama por lo que respecta al apartado de la NBA. El trío integrado por Kobe Bryant, Tim Duncan y Kevin Garnett resulta difícilmente superable. Totalizan entre los tres 11 títulos de la NBA y 48 presencias en el All-Star.
A ellos se une otro histórico, Rudy Tomjanovich, que ingresa en el Olimpo del baloncesto en calidad de entrenador, como técnico que llevó a los Rockets a un par de anillos en los años 90 (antes de ello fue 5 veces All-Star como jugador).
La ceremonia de ingreso de 2020 se pospuso a 2021 por culpa de la pandemia y hoy, cuando por fin se ha celebrado, la pandemia seguía ahí, pero sacudiendo con mucha menor fuerza a Estados Unidos, lo que ha permitido llevar a cabo una celebración distinta, pero presencial, en el Mohegan Sun Arena de Uncasville (Connecticut).
El gran foco, obviamente, ha sido la figura de Kobe Bryant, que ha sido el ser más presente en la ceremonia sin estar físicamente en ella. ¿Quién podía esperar que Kobe ingresara un día en el Salón de la Fama a título póstumo? El fallecimiento en enero de 2020 del gran icono de los Lakers en accidente de helicóptero conmocionó y sigue conmocionando a todos.
Fue su hija Natalia la que se enfundó la chaqueta del Salón de la Fama del Baloncesto, con su madre, Vannesa Bryant, entregándole la misma y el español Pau Gasol presente entre el público. Y ha sido Vanessa la que ha tomado la palabra en la ceremonia de hoy en nombre de su marido, estando junto a ella en el escenario el mismísimo Michael Jordan.
Quedará para siempre ese "él está todavía ganando" y también el aplomo con el que Vanessa se ha vuelto a enfrentar a una ceremonia pública y global, declarando su amor por el que fuera su marido, del que destacó su profundo amor por los aficionados, un amor que le hizo jugar, según dijo, muchas veces con el cuerpo lesionado.
Si Kobe se pasó toda su carrera NBA jugando para los Lakers, el no menos mítico Tim Duncan se la pasó jugando solo para los Spurs. Entre el público, abajo en las butacas, su único entrenador en la liga, Gregg Popovich, y sus eternos compañeros Tony Parker y Manu Ginóbili.
Al bueno de Timmy se le paró el corazón -o se le aceleró, según se quiera- cuando fue a mencionar a Popovich, del que dijo: "Es una persona excepcional". Fue un momento especialmente emotivo, un instante en el que casi se echa a llorar: "Gracias por enseñarme de baloncesto y de otras muchas cosas, gracias por todo, gracias por ser un increíble ser humano", dijo. Arriba, con él en el escenario, su excompañero David Robinson, con el que se fundió en un abrazo.
Kevin Garnett, mientras, tuvo palabras de cariño hacia Kevin McHale, Sam Cassell, Danny Ainge, Doc Rivers (Ainge y Rivers estaban sentados juntos) y Paul Pierce, entre otros, siendo sonados, y bien conocidos, sus silencios respecto a otras personas que fueron importantes en su carrera.
Declaró Garnett su amor por Mineápolis y Minnesota, reconociendo que "quedó pendiente un campeonato", en referencia a su paso por Timberwolves. Pero también expresó su profundo amor por "la Nación Celtic".
También ingresaron en el Salón de la Fama Eddie Sutton, Tamika Catchings, Kim Mulkey, Barbara Stevens y Patrick Baumann.