A grandes males, grandes remedios. La pandemia está obligando a una constante reinvención, y eso es lo que ha ocurrido esta noche en la ceremonia de entrega de los anillos de campeones a los Lakers, ceremonia que ha precedido al partido Lakers-Clippers.
Ceremonia sin público en las gradas y con los rigores de la Covid-19 bien presentes, más en un estado como California, donde la pandemia no da un respiro.
Habló Adam Silver, mandamás de la NBA; la propietaria de Lakers, Jeanie Buss, también pronunció un pequeño discurso; y luego vino lo mejor, la ceremonia en sí, una ceremonia insólita.
En ella participaron de forma virtual las familias de los campeones. Desde sus casas, los familiares presentaban a la persona que iba a recibir el anillo, unas palabras que llenaron de emoción a los protagonistas. Tras ellas, cada integrante de Lakers caminaba hasta donde estaba su anillo y se lo colocaba él mismo.
Uno de esos familiares fue Giannis Antetokounmpo, ya que Kostas Antetokounmpo, uno de sus hermanos, es el primer Antetokounmpo al que se le entrega el anillo de campeón. Se despidieron en griego.
Fue una forma de organizar la ceremonia ciertamente novedosa y emotiva. Se vio muy contento a Anthony Davis con su primer anillo y también a LeBron James, que con los dedos de su mano marcaba un cuatro, el número de anillos que ya acumula.
El anillo es, como siempre, una obra maestra de la joyería. Presenta 17 piedras de amatista púrpura que forman una L de Lakers. Esas 17 piedras corresponden a los 17 títulos de la NBA que atesora la franquicia. En el anillo se puede leer la palabra unidad y en él se rinde un doble homenaje al desaparecido Kobe Bryant. Por un lado, tiene inscrita una serpiente Black Mamba. Por otro, en su interior se pueden apreciar los números de Kobe, el 8 y el 24.
Lo que no hubo esta vez fue el izado en el pabellón del estandarte de campeones.