Tiempos de alta velocidad. De intensidad compulsiva. De nula paciencia. De consumo rápido. Y entre tanto ruido... Nikola Jokic. La reflexión. La mesura. La paciencia. El arte de comprender y actuar. La valentía de triunfar a contracorriente. El éxito contra el mal pronóstico de los agoreros.
Jokic y sus Nuggets lo han vuelto a hacer. Han vuelto a romper las dinámicas. Han sangrado la lógica imperante. Y han puesto patas arriba la NBA.
Otra remontada impensable. Otro palo en las ruedas del auto deportivo aparentemente intocable llamado Clippers. Ni siquiera Kawhi Leonard fue obstáculo esta vez. Sumó 25 puntos y 8 rebotes. Ni siquiera la mejor versión de Paul George sirvió de algo. Alcanzó los 33 puntos, 6 rebotes y 5 robos. Para ser el mejor de los suyos.
Denver iba perdiendo por 19 puntos el inicio del tercer cuarto. Remontó y se llegó a poner 16 arriba en la recta final del partido. Para ganar 111-98. ¡Con parcial de 64-35 en la segunda parte! Una visión alucinógena de la realidad. Una vía de agua esperpéntica en la pluscuamperfecta nave angelina.
Sí, estos Denver defienden mucho. Tras muchos partidos de miranda defensiva en esta burbuja. Llegado el momento su retaguardia rinde al mejor nivel.
El equipo terminó con un 54% en el tiro de campo. Maniató la ofensiva rival en la segunda mitad. Y tuvo a Jokic como mariscal de campo. Un mariscal de campo omnipresente. Sus números lo dicen todo... 34 puntos, 14 rebotes y 7 asistencias. Con 13 de 22 en el tiro de campo. Y 4 de 6 desde el triple.
Algunos llegaron a dudar de su liderazgo. Muchos siguen sin querer ponerlo en el primer escalafón de la NBA. Más de uno quiso ver a Jamal Murray como auténtico líder de Denver. Y Jokic, mientras, siguió cebando su camino con paciencia. Sin ruido. Su calidad es asombrosa. Su sentido del juego, maravilloso. Su ejecución de las ideas, feliz.
Murray ejerció de lo que es: un gran segundo espada en Denver. Un jugadorazo. Metió 21 puntos. Firmó algunas jugadas excelsas. Y supo estar en los momentos importantes. Como supo estar Gary Harris. No solo defendió. Terminó con 16 puntos y 4 robos de balón. Fue imporante en la recta final. Además, 13 puntos y 7 rebotes de un buen Michael Porter Jr. Y buen trabajo de la segunda unidad.
Mientras, el colapso de Clippers fue de los que hacen historia. Y ese colapso volvió a evitar que el equipo hiciera historia. Un trabalenguas histórico que pone otra vez a Doc Rivers en el ojo del huracán. Es el rey de los entrenadores en cuanto a perder series que dominaba 3-1. Y no olvidemos que Denver viene de remontar un 3-1 a Utah Jazz.
Clippers fue Clippers durante la primera parte. Dominio total. Imperial la conjunción Kawhi Leonard-Paul George. El equipo de Rivers solo perdió un balón en el primer cuarto. Y se fue al descanso ganando 47-63. Tras un parcial de 16-2 para cerrar el segundo cuarto.
La vida era maravillosa para los californianos. Entre George y Leonard sumaban 31 puntos. El equipo estaba en un 55% de acierto en el tiro de campo. La defensa funcionaba. Lou Williams parecía mejorar sus prestaciones. Denver acumulaba 9 pérdidas.
Empezó el tercer cuarto. Y esa máxima ventaja de +19. Un 49-68 que definía el estado de las cosas. Nadie podía pensar que Clippers volvería a las andadas. Tras sus malas experiencias con Dallas y Denver. Pero lo hizo.
A partir de ahí, el apagón. Denver empezó a defender a grandísimo nivel. La ofensiva de Kawhi dejó de existir. Los Clippers se marcharon a no se sabe qué galaxia. Otra desconexión inaudita. Incluido un parcial en contra de 23-5. Los porcentajes de tiro de los angelinos se desplomaron.
Nuevamente, no hubo reacción en el último cuarto. A él se llegó con un apretado 77-79. Ganaban aún los Clippers. Paro era ahora Denver el equipo que marcaba tendencia. El partido había virado 180 grados.
Se adelantó Denver 82-79 al inicio del cuarto final. Y los de Colorado no pararon de crecer. Triples consecutivos de Jokic y Murray pusieron el 109-93. A 2 minutos del final. Clippers era por entonces un erial. Un saco de huesos. Un muñeco de trapo en manos de un niño feliz.
Los californianos andaban por la cancha como zombies. Como si no pudieran creer lo que pasaba. Y terminaron con la mirada en el suelo. Alucinados por su propio desastre. Sin saber muy bien hacia dónde va el equipo. La primera final de conferencia de la franquicia tendrá que esperar. Y habrá que ver si son capaces de amarrarla.