Está enfadado y frustrado. Lógico. Trae Young no podrá seguir jugando esta temporada. Su equipo, Atlanta Hawks, se ha quedado fuera de la burbuja de Orlando. El joven base entiende la decisión de la NBA. Pero no puede evitar el sentirse desencantado.
"Estaba enfadado", ha afirmado Young en una videollamada. "Estaba frustrado. Obviamente, quería jugar. Entiendo lo que hizo la NBA y respeto su decisión", indica.
Solo retomarán la competición 22 equipos. Y Atlanta es uno de los 8 que se ha quedado fuera. Entraba dentro de la lógica. Por una simple cuestión práctica, de intendencia. También para minimizar riesgos.
Young se sube por las paredes por el hecho de no poder jugar. Ya le fue difícil sostenerse durante el período de distanciamiento social. Y ahora le esperan meses sin competición oficial.
El jugador, eso sí, ha mentenido el contacto con el núcleo duro de Hawks. Con Clint Capela, John Collins, Kevin Huerter y Cam Reddish, por ejemplo. Todos quieren reunirse para entrenar. Ya sea en Atlanta o en Las Vegas. Cuando se pueda.
La frustración de Young es normal. El joven jugador ha brillado con luz propia en su segundo año en la NBA. Acaba la temporada con cifras espectaculares. Promedió 29,6 puntos y 9,3 asistencias en 60 partidos.