Han pasado 3 meses desde que Álex Abrines jugó su último partido y algo más de 2 meses y medio desde que el español se quedó sin equipo tras ser despedido por Oklahoma City Thunder. Desde entonces, el silencio y el misterio rodean al jugador balear.
Abrines estuvo más de un mes sin jugar sin que se precisaran las razones. Todo empezó poco antes de Navidad. Jugó el 23 de diciembre, desapareció de las convocatorias y no volvió a vestirse de corto hasta el 29 de enero. Participó en el partido de ese día, también en el del 1 de febrero y volvió a desaparecer de la competición por problemas personales.
A partir de ahí, la nada. Su club le despide 10 días después entre evidentes gestos de cariño aduciendo problemas personales que nunca se explicaron por mantener la privacidad del jugador. Silencio desde ese momento hasta que hace 2 meses Abrines afirma que hablará de lo sucedido, pero nunca llega a hacerlo.
Ahora, preguntado por los periodistas, el general manager de OKC Thunder, Sam Presti, se ha referido a Abrines desde el cariño una vez más: "Espero que vuelva a las pistas en algún momento porque es realmente un buen jugador de baloncesto".
La respuesta trasluce una gran comprensión hacia el problema personal que ha dejado K.O. a un jugador de 25 años de enorme calidad y supone nuevamente una completa defensa de la intimidad de Abrines por parte de Presti.
Para Presti y la franquicia radicada en Oklahoma Abrines sigue formando parte de la familia Thunder, esa familia a la que perteneció durante 3 años de manera activa.