Pasando por encima del rival, dejando a LeBron James con rostro triste de despedida, así han ganado los Warriors otro campeonato de la NBA, su tercero en 4 años y su segundo consecutivo. Victoria apabullante en Cleveland por 85-108 para un no menos apabullante 4-0.
Stephen Curry y Kevin Durant han vuelto a dominar la pista.
El base ha terminado el partido con números increíbles: 37 puntos, 6 rebotes, 4 asistencias, 3 robos, 3 tapones y 7 triples. Tremendo su arranque de partido y brillante su primera parte (20 puntos).
El alero ha logrado un triple-doble tras su brutal actuación del tercer encuentro. Durant ha sumado 20 puntos, 12 rebotes, 10 asistencias y 3 tapones y se ha hecho con el premio de MVP de las Finales por segundo año seguido.
El partido no ha tenido emoción y ha dejado congelada a la grada del Quicken Loans Arena. Y es que la afición local se ha mostrado muy fría durante la noche consciente desde el principio de que su equipo estaba ante una tarea imposible.
Warriors dominó el primer cuarto a base de triples y de excelente juego, llegó a tener 11 puntos de ventaja (13-24) y concluyó el acto con 25-34 a su favor. A partir de ahí, ya nunca cedió el dominio en el marcador: 52-61 al descanso, 65-86 al final de otro gran tercer cuarto de Golden State y 85-108 a la conclusión del choque.
Golden State disfrutó de una gran primera parte de Andre Iguodala y de buenas aportaciones de sus secundarios, sin que Draymond Green y Klay Thompson, con problemas de faltas en la primera parte, hicieran sus mejores partidos. El equipo no falló un solo tiro libre en el encuentro (16 de 16), brilló desde el triple cuando el partido estaba en juego, puso 13 tapones y solo perdió 8 balones, además de defender a un grandísimo nivel.
Unos Cavs hundidos
Su rival, demolido y bajando ya los brazos en un insípido e instrascendente último cuarto, se vio superado en todo momento. Cavs solo metió el 34,5% de sus tiros de campo. Su gran virtud estuvo en el rebote ofensivo (17 capturados) y poco más.
LeBron James terminó con 23 puntos, 7 rebotes y 8 asistencias. Solo tiró 13 veces a canasta y estuvo desamparado por sus compañeros. Solo le ayudaron Kevin Love y J.R. Smith en la primera parte, ya que ambos desaparecieron por completo en la segunda.
Otros ni siquiera fueron capaces de aportar en algún momento del partido. Jugadores como George Hill, Kyle Korver o Tristan Thompson fueron un completo fiasco.
James fue sustituido a 4:03 del final en medio de una cerrado y emocionante ovación que sonaba a despedida. Su rostro era también un signo inequívoco de frustración y búsqueda de otros caminos para ganar a estos Warriors.
El español José Manuel Calderón jugó esos 4 minutos finales y sumó 1 asistencia, 1 rebote y 1 robo.
La dinastía de Warriors no parece tener fin a la espera de que LeBron James cambie de equipo. Porque tras este 4-0 nadie duda ya de la salida de LeBron de Cleveland.
Inicio espectacular de Warriors y Curry
El arranque de partido ya emitió las señales precisas para intuir lo que vendría después. Stephen Curry salió dispuesto a hacer olvidar su horrible tercer partido y bajo su impulso Warriors elaboró un baloncesto de altos vuelos, de primera magnitud.
El equipo californiano obligó a Tyronn Lue a pedir su primer tiempo muerto cuando solo se habían jugado 2 minutos y 37 segundos.
Poco después el parcial era de 3-13 y Curry ya llevaba 9 puntos, el triple que todo el equipo rival. Más tarde, el resultado ya era de 13-24 con Warriors defendiendo a un gran nivel a la par que ofrecía una ofensiva fluida, generosa, ágil y vibrante. Buena circulación de balón, gusto por el pase extra, excelente selección de tiro, no menos excelente ejecución y bombardeo desde la línea de 3. Hasta Iguodala tenía su punto de mira ajustado desde más allá del arco.
Poco importaba que Klay Thompson estuviera ya con 2 faltas o que el rebote defensivo de Warriors volviera a flaquear. Se llegaba al final del cuarto con 25-34 en el marcador. Golden State llevaba ya 6 triples y había metido casi el 60% de sus tiros de campo. Lo mejor de Cavaliers, la actitud activa de un gran Kevin Love, que terminó el cuarto con 9 puntos y 6 rebotes. Pero su equipo apenas estaba en el 34% en el tiro.
El segundo cuarto fue un canto de esperanza de los Cavs que a la postre se convertiría en el canto del cisne. Cleveland defendió mucho mejor, se agarró al partido y fue capaz de remontar hasta adelantarse 39-38 en el marcador con una canasta de LeBron James culminando un contraataque. Warriors solo llevaba 4 puntos en los primeros 5 minutos del cuarto y tenía a Thompson con 3 faltas. Los aficionados locales empezaron a creer que una victoria era posible, pero esa creencia duró poco.
Golden State se rehizo y un triplazo de Curry dejó el marcador al descanso en un todavía abierto 52-61. Curry ya llevaba por entonces 20 puntos, Durant ya apuntaba al triple-doble, Iguodala se había mostrado como un gran contribuyente al juego de su equipo y Warriors andaba con 9 triples, 15 asistencias, 8 tapones y solo 3 pérdidas de balón.
Los Cavs, mientras, vivían de su buena defensa en la primera mitad del segundo cuarto, del juego de LeBron James y de las aportaciones de J.R. Smith y Larry Nance Jr., toda vez que Love se quedó en blanco en el segundo cuarto (0 puntos y 0 rebotes). El equipo de Ohio acumulaba 10 rebotes ofensivos.
Otra vez un gran tercer cuarto
Warriors volvió a ofrecer un gran tercer cuarto, un cuarto ganador que dejó todo visto para sentencia, partido y Finales, un cuarto que arrancó con los primeros puntos de Klay Thompson, que se había ido del primer tiempo sin anotar tras solo jugar 11 minutos por culpa de las faltas.
El arranque visitante fue de tal magnitud que Warriors se puso con 15 de ventaja (52-67) cuando solo habían transcurrido menos de 2 minutos de juego. El público enfrío su estado hasta límites insospechados conscientes de que todo estaba derrumbándose y el equipo local, efectivamente, empezó a desmoronarse como un castillo de naipes. Cavaliers claudicaba, sus jugadores se quedaron sin ánimo, el equipo parecía ya desalmado, sin carácter, sin capacidad de reacción, a merced de su poderoso rival.
Y llegó la debacle: 65-86 al final del cuarto tras un parcial de 13-25. ¡Cleveland solo había hecho 13 puntos en 12 minutos! J.R. Smith había desaparecido de la pista siguiendo los pasos de Kevin Love. Todo era derrotismo en las filas locales, y no era para menos.
El último cuarto fue, por lo tanto, un puro trámite, un ejercicio de impotencia local y de celebración visitante. Curry lo inició acelerando en busca de un MVP que terminó en manos de Durant. Con 9 minutos por jugar, Golden State ya ganaba por 25 ( y no sería su máxima ventaja). Hasta LeBron desconectó, agotado física y mentalmente, derruido por la realidad. La gran ovación que recibió a 4:03 del final cuando fue sustituido era un premio a su esfuerzo y un brote de cariño ante su casi seguro adiós.
James andaba con la mente en otra parte, cariacontecido, rumiando otra derrota ante los Warriors, planificando, tal vez, en su cabeza caminos posibles para pelear de tú a tú con este imparable equipo que está haciendo de la NBA una competición predecible.
Todo ello mientras se desataba la euforia en los Warriors, un equipo, el de Steve Kerr, que sigue haciendo historia desde la calidad extrema, desde el baloncesto con mayúsculas.