Miami Heat no quiere bajar de su nube y por ahora no lo hace. Triunfo agónico ante Minnesota (113-115) para firmar su undécima victoria consecutiva. Esta vez con un imperial Goran Dragic y con el local Andrew Wiggins siendo incapaz al final de forzar la prórroga.
Fue un final extraño. Miami tenía todo bajo control hasta que perdió 2 balones en los últimos segundos fruto de malas decisiones y de la excelente presión local. Los 2 balones los robó Andrew Wiggins. El primero lo aprovechó para hacer un 2+1, pero el segundo lo dilapidó haciendo una jugada apresurada y errada por su mala decisión respecto al juego y respecto al tiempo.
Aún tuvo Wiggins otro tiro más, el final, el que hubiera mandado el partido al tiempo extra, porque lanzó de 2, pero tampoco fue bueno.
El que fue bueno, extraordinario, toda la noche fue el esloveno Dragic. Hizo 33 puntos, 9 asistencias, 13 de 17 en el tiro de campo y 7 de 9 triples para batir su récord de triples en la NBA. Imparable.
De nada sirvió el nuevo partidazo del local Karl-Anthony Towns, autor de 35 puntos y 8 rebotes con un 65% en el tiro de campo. Un Towns que debió tener más balón al final del que tuvo. Wiggins firmó 27 tantos y Ricky Rubio hizo 14 puntos y 13 asistencias con un 50% en el tiro de campo. Minnesota encajó 71 puntos al descanso y mejoró mucho en la segunda mitad (44), pero resultó insuficiente.