Springfield, la Springfield de Massachusetts, volvió a ser anoche el centro del baloncesto mundial. Porque anoche ingresaron 10 nuevos miembros en el Naismith Memorial Basketball Hall of Fame, el Salón de la Fama.
Un trío se llevó todos los focos en una noche de por sí mediática. Esa terna estaba compuesto por 3 exestrellas de la liga: Shaquille O'Neal, Allen Iverson y Yao Ming.
El chino fue el primero en hablar. Junto a él 3 exjugadores que fueron sus mentores: Bill Russell, Bill Walton y Dikembe Mutombo. El jugador asiático tuvo que retirarse prematuramente tras promediar 19 puntos y 9,2 rebotes en la NBA. Pero su impacto a nivel global al arrastrar al mercado asiático fue enorme.
El segundo discurso correspondió a Allen Iverson. Y fue realmente interesante y divertido. Para empezar, ¡Iverson lucía elegante! Tuvo palabras de agradecimiento para la afición de Sixers y para la afición china. No reparó en tiempo el bueno de Allen. Habló de lo humano y lo divino. Incluso de la figura de su dios particular, Michael Jordan.
Tras él, y como gran colofón, el espectáculo de O'Neal. Tampoco se cortó a la hora de repasar su vida y su carrera. Shaq siempre es ameno en su desarrollo verbal. Puro espectáculo.
El resto de ingresos
La noche nos dejó ver figuras como Julius Irving, Isaiah Thomas, Alonzo Mourning, Scottie Pippen, Phil Jackson... pero hubo -además de Shaq, Allen y Yao- 7 premiados más. De ellos, 4 lo fueron a título póstumo. Hablamos de Darell Garretson (árbitro), Cumberland Posey (jugador), Zelmo Beaty (jugador) y John McLendon (entrenador).
Los 3 restantes tuvieron sus minutos de gloria y pronunciaron los discursos correspondientes. Fueron el propietario de Chicago Bulls, Jerry Reinsdorf, la primera jugadora que firmó un contrato en la WNBA, Sheryl Swoopes, y el entrenador universitario de Michigan State, Tom Izzo.