En pocas horas, se abre la veda. El mercado NBA 2016 abre sus puertas en una liga inundada por la abundancia de su nuevo contrato televisivo. El tope salarial se estima que se elevará de 70 a 94 millones de dólares y eso supone que habrá más dinero que nunca para fichar… y para equivocarse.
Aunque los primeros contratos no se podrán firmar de forma oficial hasta el próximo 7 de julio, cuando acabe la moratoria de la liga, desde el día 1 empezarán a conocerse de forma extraoficial los acuerdos alcanzados por los jugadores con los agentes libres existentes en el mercado y, sin duda, más de uno de esos acuerdos nos dejará con la boca abierta.
El aumento sin precedentes del tope salarial significa que el salario máximo de los jugadores más veteranos podrá superar los 30 millones de dólares en su primer año de contrato y significa también que la práctica totalidad de los equipos tendrán espacio salarial suficiente para firmar uno de esos contratos máximos, algunos, hasta dos.
A nadie se le escapa que semejante abundancia puede transformarse rápidamente en derroche. Son pocos realmente los agentes libres del máximo nivel que pueden merecer semejantes contratos, pero, una vez que estos encuentren acomodo, algunos sin cambiar de equipo, empezaremos a ver a muchas franquicias ofreciendo contratos disparatados a jugadores de segunda línea o incluso de tercera.
Demasiado dinero en los bolsillos
Los equipos están obligados a gastar al menos el 90% del tope salarial en los contratos de sus jugadores y muchos terminarán haciéndolo, como casi siempre ocurre, en los jugadores equivocados, lo que, en un mercado inflacionista, puede hipotecar a más de una franquicia e indignar a muchos de sus aficionados.
Los salarios de los contratos firmados antes de este verano palidecerán frente a los nuevos. Jugadores que antes parecían un lastre en los libros de contabilidad de sus franquicias pasarán a ser una ganga. Mientras, los que salgan al mercado este verano obtendrán una enorme ganancia. No es casualidad que la práctica totalidad de jugadores con opción de salirse de sus actuales contratos lo hayan hecho, incluso los que tenían comprometidos salarios muy altos.
¿Qué saldrá de todo esto? En los próximos días lo veremos. Sabremos quiénes se han dejado arrastrar por esta “fiebre del oro” que han traído las televisiones consigo y quiénes han sabido mantener el equilibrio. De ello, depende el futuro deportivo de las franquicias en los próximos años.
Porque el dinero de las televisiones seguirá entrando, se prevén 107 millones como tope salarial el próximo verano, pero para entonces muchos habrán hipotecado ya los años venideros en jugadores sin capacidad para llevar a sus equipos al nivel necesario para pelear por el título, tal vez ni siquiera para estar en playoffs.
Llegará entonces el momento de los arrepentimientos. Puede que ya el próximo otoño, cuando comience la nueva temporada y se empiecen a ver los primeros resultados de los movimientos de este verano. Y es que este mes de julio promete ser una fiesta abundante en licores tras la que más de uno se despertará con una tremenda e indeseada resaca.