Mientras que el novato D'Angelo Russell era abucheado por su propio público, el joven Julius Randle salía del Staples Center con un baño de masas a su alrededor. No era para menos: había decidido de forma magistral el Lakers-Heat.
El partido se fue a la prórroga y con empate a 100 Randle ejerció de superestrella. Un ala-pívot botando el balón como un jugador exterior a la espera de que se agotaran los segundos para lanzar el tiro decisivo. Y Randle ejecutó esta obra maestra, un enorme ejercicio de ingeniería baloncestística. Preciosa cesta ganadora. Hay que verla.