LeBron James regresaba al escenario en el que había sido más feliz en su etapa profesional: Miami. Allí logró James 2 anillos tras jugar 4 Finales y allí regresaba anoche, en pleno Día de Navidad, con su nuevo equipo, Cleveland, en un regalo envenenado de la NBA para la afición local, que se hizo por momentos la falsa ilusión de que LeBron no se hubiera ido nunca de Florida.
Partido distinto, sin duda, para James. Emocional, extraño, exigente en lo mental. Y recibimiento, igualmente, difícil de analizar. Una mezcla muy extraña.
Un coro vestido de riguroso negro (no busquen simbolismos) cantó el himno nacional de Estados Unidos. Actuación de gran nivel. Luego, palabras a la afición de Chris Bosh desde la cancha, micrófono en mano, vestido de calle, pues no jugó. Y llegó la presentación.
Cuando fue presentado en pista LeBron, división de opiniones en la grada, pero con muchos más aplausos que pitos para el jugador que lo había dado todo por Heat, pero que traicionó la ilusión de la afición el pasado verano. Entonces, todo se dispuso para jugar y, poco antes del salto inicial, pudimos ver un abrazo muy sentido y real con Dwyane Wade, el que ilustra esta información.
El encuentro
Precisamente, Wade y James fueron los máximos anotadores, 31 y 30 puntos, de un partido que acabó con derrota de LeBron en el regreso a su segundo hogar.
Cleveland defraudó y LeBron se fue triste a vestuarios tras ver como perdía el partido y como, inevitablemente, un pequeño sector del público no le perdonaba su marcha. Eso sí, nada que ver con el infierno que vivió en el Quicken Loans Arena cuando visitó Cleveland por primera vez tras irse a Miami. En Florida, todo fue más light.