La temporada alcanza hoy su culminación: 5 de junio, comienzan las Finales. En unas horas, San Antonio Spurs y Miami Heat reeditarán las Finales de 2013. Con aire de revancha para los texanos; con necesidad de continuidad para los de Florida.
San Antonio llega con 4 títulos y Miami con 3 -incluidos los 2 últimos-, pero los texanos lo hacen con una doble condición. Por una parte, la herida aún abierta de la derrota por 4-3 el pasado año tras aquel triple crucial de Ray Allen en el sexto partido. Por otra parte, la buena noticia para ellos de haber sembrado las condiciones para volcar la situación.
Esas condiciones no son otras que el factor cancha favorable a San Antonio gracias a sus 62 victorias en temporada regular. Eso sí, ese factor cancha, aunque importante, pierde algo de vigor con el formato 2-2-1-1-1 de las Finales, un formato distinto al resto de los playoffs.
Tony Parker en la mente de todos
Se enfrentan dos modos antagónicos de ver el baloncesto. Por una parte, el sentido internacional del basket de San Antonio, la apuesta más FIBA de la NBA, con su gusto por lo colectivo y la circulación del balón, por la completa supeditación de sus estrellas al grupo sin que ello las impida brillar. Por otro, un modelo 'made in USA', muy NBA, muy cargado del concepto estrellas, muy pendiente del gran LeBron James, que el año pasado se tomó la revancha del 4-0 que Spurs endosó a sus Cavaliers en 2007 con él en la pista.
El favorito podría ser esta vez San Antonio por el factor cancha, dada la gran solidez de ambos equipos como locales, pero los problemas físicos de Tony Parker equilibran aún más la situación. Con Parker jugando a medio gas o teniéndose que retirar del duelo, la cosa cambiaría notablemente.
Otro aspecto que equilibra la situación radica en el desgaste que Spurs ha tenido que hacer en el Oeste en temporada regular y playoffs (6 derrotas con un 4-3 en la primera ronda) frente al camino más expedito que ha tenido durante todo el año Miami en el Este (3 derrotas en playoffs).
Los equipos y sus integrantes
Ambos equipos conservan prácticamente sus bloques del año pasado. San Antonio ha perdido piezas que no era esenciales (Gary Neal era el que más hacía de los que se fueron), pero a cambio ahora tiene a Marco Belinelli. Y Miami perdió a Mike Miller, que volvió a Memphis, y sus incorporaciones más sonadas, Michael Beasley y Greg Oden, apenas aportan nada, aunque de Beasley se puede esperar cualquier cosa.
Se puede decir que San Antonio tiene más ofensiva (3 puntos más por partido que Miami en temporada regular). Nadie circula el balón como el equipo de Gregg Popovich y cuando inicia una racha rompe al rival sin medias tintas. El equipo tiene a estrellas veteranas rodeadas de un equipo rejuvenecido que sabe correr y también parar, que defiende con Kawhi Leonard a la cabeza, que goza de un gran equilibrio dentro-fuera y que tiene una gran profundidad de banquillo con jugadores como Manu Ginóbili, ese falso suplente, Marco Belinelli, Boris Diaw o Patty Mills. Y, encima, Tim Duncan parece incombustible, Tiago Splitter anda sólido y Danny Green entra en éxtasis por momentos.
Miami tiene algo de lo que carece San Antonio: LeBron James. Y eso ya es mucho. Además, goza de estrellas como Dwyane Wade y Chris Bosh. A lo que hay que añadir algo más: tiene un 'killer' como Ray Allen. Impagable en unas Finales. Además, habrá que estar atentos al trabajo de Chris Andersen y Mario Chalmers. El equipo es muy físico defendiendo y sabe explotar muy bien la pista por entero, lo que le hace gozar de tiros abiertos en manos de buenos tiradores debido a la quiebra que provocan penetrando jugadores como James o Wade. Eso sí, el juego interior y su suplencia no están a la altura de Spurs.
Pero ya se sabe, entre dos equipos de este calibre, cualquier cosa puede pasar. El espectáculo está ahí. El espectáculo va a comenzar. ABC lo retransmite al mundo.