El Brendan Byrne Arena no registró una gran entrada. Algo más de 13.000 espectadores poblaban las gradas para ser testigos de una nueva hazaña de Drazen Petrovic, una más en la mítica trayectoria del Genio de Sibenik, que a sus 28 años estaba en plena madurez y triunfaba ya en la NBA. Corría el año 1993. Era 24 de enero.
Los Nets jugaban contra los Rockets del gran Hakeem Olajuwon, todavía no campeones por entonces. El partido fue de marcado color local. New Jersey venció 100-83 para ponerse con un 23-17 en la temporada regular por el 22-17 de Houston. Pero aquel día fue especial para Petrovic, el gran protagonista del encuentro.
Fue el día en el que Drazen metió 44 puntos, su mejor marca encestadora en su truncada trayectoria NBA, toda vez que apenas 4 meses después fallecería en un infausto accidente de tráfico en Alemania. Conducía su novia. Fue el 7 de junio. Con ellos iba otra chica, jugadora de baloncesto. Fue un día de luto mundial para el baloncesto en particular y el deporte en general.
Esa cifra anotadora, 44 puntos, era humilde si se compara con los 112 que Petrovic hizo con 18 años en un partido entre Cibona de Zagreb y Smelt Olimpia que acabó con un contundente 158-77 y con el de Sibenik metiendo 40 de 60 en el tiro de campo. Era su temporada de debut con la Cibona. Unos 44 puntos también alejados de los 62 que firmó en toda una Final de la Recopa ante el Snaidero de Caserta en duelo histórico de pistoleros con Oscar Schmidt que terminó con victoria del Real Madrid y monólogo en las filas blancas del croata. Aquella final, cuya retransmisión por televisión nos dejó a todos con la vista forzada debido a la baja calidad de la imagen. Pero es que Petrovic era así, un jugador imparable. Si no, que se lo digan al Limoges, que en un partido continental encajó un parcial de 24-2 tras meter Drazen 8 triples consecutivos en plena borrachera de baloncesto.
Pero volvamos al Brendan Byrne Arena (que luego se llamaría Continental Airlines Arena y después The Izoard Center). Volvamos a aquel 24 de enero de 1993.
Imágenes para el recuerdo
El partido nos dejó imágenes para el recuerdo. La más renombrada llegó cuando Drazen Petrovic hizo un amago de tiro a 5 metros de la canasta al que siguió un amago de pase para dejar obnubilado a Olajuwon, que perdió de vista al croata y al balón. Con 'The Dream' sin saber dónde andaba la bola ni dónde andaba él, Petrovic anotó con un tiro limpio a media distancia. Jugada mágica de un jugador mágico que supo reconvertirse para poder triunfar en Estados Unidos.
Porque pocas superestrellas del baloncesto internacional de entonces hubieran sabido reinventarse como Petrovic para encontrar un hueco en la NBA. Eran otros tiempos, no tan cómodos como estos. Y Drazen era ya una megaestrella mundial cuando llegó a Estados Unidos en 1989. Llegaba allí como el amasador de balón que todo lo hacía bien y se transfiguró hacia la imagen de un escolta puro.
Esa jugada ante Olajuwon ha quedado en la videoteca. Pero aquel día Drazen estaba sembrado. Lo sufrieron de verdad Winston Garland y Vernon Maxwell, incapaces durante todo el partido de hacer sombra defensiva a la explosión de juego del balcánico.
A Garland le mareó más de una vez con bote y técnica individual y a Maxwell le hizo un 2+1 maravilloso. Acabó Vernon Maxwell sentado en el banquillo con una técnica a cuestas y una frustración monumental. El técnico de Rockets, Rudy Tomjanovich, asistía impotente a la exhibición de Petrovic sin poder ponerle freno. Y el entrenador local, el ya desaparecido Chuck Daly, técnico del 'Dream Team' en los Juegos Olímpicos de Barcelona, disfrutaba con cada canasta de su pupilo, al que admiraba profundamente, admiración que siempre hizo pública.
Drazen se lo estaba pasando en grande. Con su dorsal 3 a la espalda y una codera blanca protegiendo el codo izquierdo, no paraba de anotar. Canasta tras canasta, regresaba a su campo con ese trote suyo tan característico, brazos abiertos en la carrera y mirada al suelo. Las estaba metiendo de todos los colores. Y, además, su equipo dominaba el marcador: 75-60 a 9 minutos del final.
Jugándose el último cuarto, Petrovic metió su punto número 39, empatando así su récord anotador en la NBA. Poco después, hizo una bella penetración con su clásico tiro de 3 metros para batir su marca y ponerse en 41 y a 3 segundos del final remató la faena con un triple desde la esquina a pase de su compañero Rafael Addison. Finalizaba así el partido, con 100-83 para Nets y 44 puntos de Drazen, que se fundía en un abrazo con la otra gran estrella del equipo, Derrick Coleman. La grada se venía abajo, el público aplaudía a rabiar y coreaba su nombre. Petrovic era un hombre feliz que se iba al vestuario en loor de multitudes y soñando ya con su próximo partido.
Los números del jugador que empezó su carrera como yugoslavo para terminar como croata (la geopolítica y la guerra tienen estas cosas) fueron los siguientes: 44 puntos y 4 asistencias en 41 minutos de juego. Y sus porcentajes, memorables: 17 de 23 en el tiro de campo con 3 triples sin fallo y 7 de 7 en libres.
Compañeros y rivales
Junto a Petrovic, brilló Coleman con 23 puntos y 14 rebotes, en un equipo en el que también jugaban Kenny Anderson y un Sam Bowie empequeñecido por sus rodillas. Una escuadra que tenía, además, entre sus suplentes a dos veteranos de lujo: Mo Cheeks y el 'Bad Boy' Ricky Mahorn.
El mejor de Houston, ¡cómo no!, fue Olajuwon con 22 tantos, 11 rebotes y 4 tapones. Vernon Maxwell sumó 19 tantos y Otis Thorpe 15.
Fueron testigos del partidazo de Drazen Petrovic 3 Rockets que sonarán a todos: el venezolano Carl Herrera, el campeonísimo Robert Horry y Scott Brooks, actual entrenador de los Thunder.
Petrovic venía de meterle 16 puntos a Atlanta Hawks en una actuación normalita y tras los 44 ante Houston hizo partidos de 20, 21, 32 (otra vez ante Rockets) y 21 puntos.
Fue aquella temporada 1992-1993, su última antes de morir, su gran campaña NBA con promedios de 22,3 puntos y 3,5 asistencias, y porcentajes tremendos: 51,8% de campo, 44,9 desde el triple y 87% desde el libre. Nadie en la presente temporada ha hecho en la NBA porcentajes de al menos 50-40-85 como entonces hizo el mito croata. Todo un dato.
En los 70 partidos que jugó, hizo 20 o más puntos en 46 encuentros. Ya venía de una gran temporada anterior en la que promedió 20,6 puntos en temporada regular y nada menos que 24,3 en playoffs.
En su última campaña fue incluido en el Tercer Mejor Equipo de la NBA. Es decir, ya estaba instalado en la élite e iba a más. Cobraba 1,6 millones de dólares (era el cuarto jugador mejor pagado de Nets), pero iba a firmar un gran contrato ese verano. Porque estaba en su mejor momento. Tenía 28 años. La edad de la madurez deportiva. La edad de su muerte.