Dentro de unos años, muchos recordarán el día que Kevin Durant recibió su primer MVP en la NBA (06/05/2014). Fue una fecha que se hizo esperar, pero llegó. Quienes hagan memoria sobre esto en el futuro, probablemente les resultará complicado no recapitular que, en aquella jornada, la estrella de Oklahoma City le regaló todo su brillo a quien le entregó el don de la vida. Fue un gesto auténtico y de calidad humana, un detalle muy Kevin Durant.
Había esperado por ese momento de gloria desde su adolescencia. Él mismo lo admitía hace más de un año, a pesar de no ser la clase de persona que se abre a decir cosas así. "He sido segundo toda mi vida. Fui el segundo mejor jugador en la escuela. Fui la segunda selección del Draft. He sido segundo tres veces en la votación del MVP. Llegué de segundo en las finales. Estoy cansado de ser segundo", confesaba en una entrevista con Sports Illustrated.
Ese sentimiento llegó a su fin cuando subió al podio para tomar el galardón que se le había hecho esquivo. Luego, prefirió colocar a otra persona en su lugar.
Tras hacerse con el premio, empezó a agradecer. Dios, sus compañeros de equipo (uno a uno), el cuerpo técnico, sus amigos, sus hermanos y su abuela Bárbara entraron en la lista. De último, dejó a su madre Wanda, la principal responsable de todo lo que es.
Con lágrimas en los ojos y dificultades para no quebrar su voz, le entregó todo hasta decirle: "Tú eres la verdadera MVP". Al instante, la sala estalló en aplausos. Era Kevin Durant en su más genuina expresión: el atleta desinteresado, el que se hace llamar a sí mismo "el servidor"... el que no quiere adueñarse del protagonismo.
Imágenes del discurso de agradecimiento de Kevin Durant (en inglés)
"KD" habló de sus raíces, ésas que evadieron los vicios gracias al esfuerzo de su figura materna. "No se suponía que estuviésemos aquí", dijo mientras miraba a Wanda, quien no paraba de llorar. "Nos hiciste creer. Nos sacaste de las calles. Pusiste ropa en nuestros morrales, comida en nuestra mesa. Cuando no comías, asegurabas que nosotros comiéramos. Te ibas a dormir hambrienta. Te sacrificabas por nosotros", prosiguió sobre su madre, cuyo nombre lleva tatuado en el pecho junto al de su abuela Bárbara.
Así, Durant reveló públicamente quién está detrás de la máquina de puntos que hoy es casi indetenible en la NBA; detrás del verdugo en el uno-contra-uno durante cada jugada de aislamiento; detrás del decisivo anotador de sangre fría; detrás del que sigue mejorando como pasador; detrás del colaborador en los rebotes; y, por último, detrás del generoso ser humano que salió a las calles de Oklahoma City a ayudar a las víctimas del tornado en 2013.
Hoy, Kevin Durant afirma que "todavía sigue de pie", a pesar de los contratiempos que tuvo durante la niñez y la adolescencia. Su padre huyó de la casa cuando él apenas iba a cumplir un año. A partir de ahí, empezó una larga batalla por sobrevivir. Pero ya esa lucha quedó atrás. Ahora está la disputa en la cancha, una en la que seguirá muchos años de pie.
(Ricardo Maciñeiras es periodista deportivo del diario venezolano El Universal y editor del blog Pared y Desmarque sobre baloncesto y otros deportes)