El partido más esperado, un OKC-Miami, tuvo un poco de todo menos de lo esencial, emoción. Porque Miami dio un golpe en la mesa y dominó el partido en el Chesapeake Energy Arena a partir de un formidable trabajo defensivo, una actuación estelar de LeBron James, que tuvo que abandonar la pista en el cuarto final ensangrentado, y la recuperación en su máximo esplendor del big three. Porque James, Dwyane Wade y Chris Bosh metieron tantos puntos, 81, como todos los Thunder.
El partido estaba marcado por el regreso de Russell Westbrook, su segundo regreso este año. Se le vio bien al base local, aunque no súper, obviamente.
LeBron fue la estrella del partido con 33 puntos a pesar de tener que irse a vestuarios para no volver a 5:50 del final. Pero para entonces, su equipo ya tenía más que encarrillado el partido. Kevin Durant fue el máximo anotador de OKC, pero esta vez se vio superado por el LeBron más ambicioso y orgulloso que se recuerda, al menos últimamente, un LeBron letal.
Oklahoma City 81 Miami 103
Golpe en la mesa de Miami Heat para reivindicar su condición de doble y vigente campeón de la NBA y equipo a batir. Golpe propinado en el lugar más adecuado, en la pista de Kevin Durant, el aspirante con mayúsculas al cetro de LeBron con unos Thunder que están en la élite de los aspirantes a destronar a Miami.
El golpe no fue suave. Porque LeBron y Miami salieron a muerte. La primera canasta del partido, eso sí, la metió el reaparecido Westbrook. Fue un mate. A partir de ahí, monográfico de James. El 'Rey' hizo los 12 primeros puntos de su equipo, los 10 primeros en apenas 3 minutos ante un Kevin Durant impotente, que ni le podía parar en defensa ni se centraba en la ofensiva al perder 2 balones. Ese inicio arrollador de LeBron marcó para siempre el partido.
Porque Miami ganó el primer cuarto con un demoledor 17-34 en el que 16 puntos los metió su líder, un James desatado. Es cierto que OKC recuperó fuelle en el segundo cuarto y se fue al descanso con un esperanzador 47-54, pero el inicio del tercer cuarto marcó las líneas maestras del encuentro y esas líneas maestras fueron trazadas exclusivamente por Miami, que dominó durante los 48 minutos.
Incluso cuando perdió a James, Miami no se descompuso, aunque bien es cierto que para entonces ya tenía el partido bien encarrilado: 74-90 a 5:50 del final. En ese momento, LeBron, con una toalla sobre la cara, se iba a vestuarios tras dejar un reguero de sangre en la pista. Había recibido un manotazo involuntario de Serge Ibaka en una entrada a canasta. LeBron culminó el mate, pero quedó en el suelo dolorido.
La clave del triunfo visitante estuvo en su formidable trabajo defensivo. Dejar a OKC en 81 puntos con un 37,8% en el tiro de campo no es fácil. Es más, el big three visitante metió tantos puntos como Thunder, 81, y con un increíble 32 de 48 en el tiro. LeBron, la gran figura, sumó 33 tantos, 7 rebotes y 4 robos con un excelente 15 de 22; la versión más estupenda de Dwyane Wade se fue a 24 tantos, 7 rebotes y 10 asistencias con un 11 de 17; y un gran Chris Bosh firmó 24 puntos y 8 rebotes con un 6 de 9. Ellos tres rompieron a OKC.
En Thunder, Kevin Durant acabó con 28 puntos y 8 rebotes, pero no pudo con James. Además, buenas prestaciones de Westbrook en su vuelta con 16 tantos en 24 minutos y 14 puntos y 8 rebotes de Ibaka. A Reggie Jackson no se le vio bien en su recuperada condición de suplente, Jeremy Lamb tuvo un muy mal día y Kendrick Perkins se lesionó. El equipo tuvo un horrible desempeño desde el triple (2 de 20) y perdió 20 balones para caer por cuarta vez en su pabellón en lo que va de temporada.