Perfección. Esa es la palabra que define la pretemporada de Chicago Bulls: 8 partidos, 8 victorias. Es el mejor balance de pretemporada del equipo de Illinois desde 1992, año en el que la escuadra entrenada por Phil Jackson estaba en la primera era de Michael Jordan. Toda una referencia.
Lo cierto es que nadie esperaba que Derrick Rose volviera al grandísimo nivel que ha vuelto, ni mucho menos cabía imaginar que los Bulls fueran a ser capaces de ganar todos su partidos sin contar prácticamente con Joakim Noah, una de sus piezas esenciales. Porque Noah solo ha disputado 20 minutos en 1 encuentro. Esa ha sido toda su preparación de octubre. Una baja sensible a la que se ha unido la del base Kirk Hinrich en los 3 últimos compromisos.
Rose ha regresado a un nivel inesperado. Sus números así lo atestiguan: 20,7 puntos y 5 asistencias en 27,4 minutos. Jugó 7 encuentros y anotó el 44,4% de sus triples. Pero más allá de esos números están las sensaciones, francamente buenas.
Además, los Bulls se han encontrado con un gran Luol Deng -16,4 tantos y 6,5 rebotes-, con un Carlos Boozer que ha terminado a lo grande, con la regularidad de Jimmy Butler, que parece no bajar la guardia, y con un gran arranque de octubre del suplente Taj Gibson.
El entrenador incontenible
Luego, claro está, hay otro elemento esencial: un entrenador llamado Tom Thibodeau. Y es que estamos hablando de un técnico insaciable que exprime a su equipo siempre y en todo lugar. Prueba de ello fueron algunas victorias en las que puso toda la carne en el asador mientras el rival sacaba a su segunda unidad.
Pero la prueba más palpable es el trabajo defensivo de los Bulls, un equipo que ha encajado en 8 partidos una media de 86,4 puntos. Mientras, su ofensiva se ha cifrado en 96,6 puntos por juego, superando en 4 de los 8 partidos disputados los 100.
En resumen, una pretemporada que llena de orgullo y esperanza a la afición de los Bulls, más aún cuando ve a Rose recuperado y a Noah por recuperar.