Un ejecutor despiadado. Un ganador nato. Un jugador afortunado. Un joven muy listo. Todos estos calificativos podrían alojarse en el cuerpo de Robert Horry, apodado “Big Shot Rob” por su facilidad para anotar canastas decisivas sin ser un hombre habitualmente decisivo. Estamos ante uno de los más grandes cuando la bocina del final del partido se aprestaba a sonar. Estamos ante un auténtico ‘clutch player’. Pero sobre todo estamos ante un agujero negro que fue capaz de atrapar para sí todo el éxito. Un triunfador sin límites bajo una apariencia de perfil bajo que era puro engaño.
Porque Robert Horry, retirado en 2008 cuando contaba 37 años, es el jugador que más anillos de la NBA ha ganado si exceptuamos a aquellos que formaron parte de la etapa imparable de los Celtics de Bill Russell. Los 7 anillos de Horry no tienen parangón porque los consiguió un jugador que jugó buena parte de su etapa profesional como suplente y porque los logró con 3 equipos diferentes: Rockets, Lakers y Spurs. Un dato éste que sólo le equipara con otro jugador, John Salley.
Nacido hace 43 años en el estado de Maryland (ayer fue su cumpleaños), Horry agotó su ciclo colegial en la Universidad de Alabama, donde estudió 4 años, para ser elegido por Houston Rockets en el puesto 11 del Draft de 1992.
A partir de ahí, 16 temporadas en la NBA y la perfección hecha triunfo: 7 finales de la NBA, 7 victorias. Logró 2 con los Rockets de Hakeem Olajuwon, 3 con los Lakers de Phil Jackson, Shaquille O’Neal y Kobe Bryant y 2 con los Spurs de Gregg Popovich, Tim Duncan y Manu Ginóbili. Porque, en realidad, Horry triunfó con todos los equipos con los que jugó. Bueno, con todos menos con uno, los Suns de Phoenix, conjunto para el que jugó sólo 32 partidos en 1996 tras un paso que se hizo fugaz tras lanzar una toalla en pleno partido a su entonces entrenador, Danny Ainge.
Fueron 1.107 partidos de temporada regular a lo largo de 16 años y la brutalidad de 244 encuentros de playoffs, en los que hay que destacar los 53 triples que anotó en las 7 Finales de la NBA que disputó, más que los logrados en Finales por Michael Jordan, por ejemplo. Una carrera que en fase regular le dio para promediar 7 puntos y 4,8 rebotes, unos números que no dicen nada de lo que fue Horry. Porque Horry se agrandaba según veía la sangre, se equilibraba según sentía el pánico a fallar de todos los demás, se sentía vivo cuando el tiempo guillotinaba paciencias y descomponía nombres aparentemente estelares.
El tirador sereno
Muchos recuerdan a Robert Horry como el tirador decisivo que efectivamente fue. También lo hacen como ese jugador que es capaz de hacerse con las riendas de un choque a pesar de ser suplente y no jugar demasiados minutos. Una imagen igualmente ajustada a la realidad.
Pero Horry no siempre fue así. Por ejemplo, no siempre fue suplente, ni muchos menos. En sus 4 años iniciales en la NBA con Houston Rockets, que supusieron 2 anillos para el equipo texano, siempre fue titular. Dice Horry a menudo cuando se le entrevista que si algo le hizo emocionarse sin remedio, sin posibilidad de controlarse, fue ayudar a su gran ídolo, Hakeem Olajuwon, a ganar su primer anillo. Porque Olajuwon era el héroe infantil de Horry.
Esa condición de jugador titular, Horry la conservó hasta incluso sus primeros pasos con los Lakers. Fue en la temporada 1998-1999 cuando Phil Jackson empezó a utilizarlo como suplente, eso sí, como un suplente especial que es capaz de cambiar al final la dirección de un partido.
Horry tenía tal capacidad para jugarse sin temblar los lanzamientos cruciales que jugadores como Hakeem Olajuwon o Kobe Bryant le pasaron en algunas jugadas decisivas de finales de Conferencia o de la NBA. Y eso son palabras mayores.
En el repaso de sus momentos estelares como ‘clutch player’, recordar sus inicios como anotador crucial en la NBA. Fue con un tiro anotado en el primer partido de las Finales de la Conferencia Oeste de 1995. Jugaban Spurs y Rockets en San Antonio. Faltaban 6,5 segundos para el final y Horry hizo el 93-94 que dio la victoria a los suyos. Fue la antesala de las Finales.
En aquellas Finales de la NBA de 1995, Houston ganó el anillo imponiéndose a los Orlando Magic de un jovencísimo Shaquille O’Neal. En el tercer encuentro de la final, con 101-100 para Rockets y con el tiempo de posesión agotándose para Houston, Horry enchufó un triple sobre Horace Grant a pase de Olajuwon. Restaban 14 segundos para el final. Ganaron los texanos 104-100, se pusieron 3-0 en la serie y suyo fue el anillo después.
Más tiros para la historia
En 2001 llegó su segundo gran tiro en unas Finales NBA. Llegó en un Sixers-Lakers jugado en Filadelfia. Era el tercer partido de la serie y Horry hizo un triple a 47 segundos del final que puso 4 puntos arriba a los angelinos y que resultó crucial a la hora de que el equipo ganara.
Un año después, en 2002, nuestro protagonista nos dejó 2 lanzamientos para la historia. El primero, de rango menor, llegó el 28 de abril en el tercer partido de la primera ronda de postemporada en el Oeste. Vencía Portland 91-89 a Lakers y Kobe confió en Robert. Horry no le decepcionó, anotó a 2,1 segundos del final y los californianos se impusieron 91-92.
Fue el ensayo de cara al que sería su tiro más recordado, que vino poco después, un mes más tarde, el 26 de mayo de aquel 2002 en las Finales del Oeste. Lakers y Kings jugaban su cuarto partido de la serie. La jugada no era para Horry, pero se produjo una fenomenal lucha por el rebote bajo el aro y entre tantos brazos el balón fue golpeado hacia el perímetro. Allí, solo y sin esperar nada, asistiendo como espectador en la jugada estaba Horry. Pero su instinto ‘killer’ se activó al instante. Atrapó el balón suelto. Estaba en el triple, justo en la frontal de la canasta. Y desde allí enchufó un tiro sobre la bocina que dio la victoria por 100-99 a los Lakers, que empataban a 2 la final cuando estuvieron a punto de ponerse con un 1-3 en contra. Ese triple fue la jugada decisiva que terminó llevando a Lakers a las Finales de la NBA de 2002 para ganarlas.
Fue aquel su tiro más celebrado mediáticamente. Porque fue el icono perfecto de lo que representó siempre Horry. Este triple resumía su vida deportiva: estar en el sitio adecuado en el momento preciso y no desaprovecharlo. Un ‘leif motiv’ que le dio 7 títulos de la NBA con 3 escuadras distintas.
Tras ese tiro emblemático, aún nos dejó otro también muy recordado. Fue en el año 2005, ya con San Antonio. Y otra vez en unas Finales de la NBA. Era el quinto partido, un Detroit-San Antonio apoteósico. Una canasta de Horry en la prórroga, a falta de 5,9 segundos para el final, supuso el 95-96 para unos Spurs que se colocaron 3-2 y sentaron la base de su título de aquel año. Horry sacó de banda para Manu Ginóbili, esquinado para el triple, al argentino le hicieron un dos contra uno y dobló el balón para Horry, que encestó el triple. En ese partido, Horry anotó 21 puntos entre el último cuarto y la prórroga. Una magistral exhibición de un tipo muy listo.
Esa inteligencia a la hora de abordar el juego se puede apreciar en una entrevista que concedió hace poco a un medio español. Hablaba en un momento dado de la evolución de su juego, de lo que es madurar, de lo que es mejorar. “Al principio de llegar a la NBA todo era machacar, machacar y machacar, luego eran bandejas y tiros de fuera, vas enriqueciendo tu juego”. Esos tiros de fuera le dieron un estatus impagable, un estatus al que nunca hubiera llegado con sus impresionantes mates del principio de su carrera.
Esa mejora personal, esa inteligencia a la hora de ver lo que era y lo que no era necesario, hizo de Horry un jugador muy especial.
Porque Horry ganó todas sus batallas deportivas decisivas, sus 7 Finales NBA acabaron en triunfo. La batalla que no ganó fue la más dolorosa, la de la enfermedad rara que arrastró toda su vida su hija Ashlyn, que murió en 2011 a los 17 años de edad. Pero ni aun así, aun perdiendo esa batalla tan enorme, la más grande batalla de su vida, Horry ha perdido la sonrisa. Hace un par de meses se pudo comprobar en Madrid, a donde acudió para un torneo de 3x3 de la NBA como estrella invitada. En la capital de España, Horry, ya retirado, seguía luciendo, como lucen sus 7 anillos de la NBA, uno para cada día de la semana.