Carmelo Anthony estaba viviendo hasta anoche su mejor temporada en lo deportivo y la más madura en lo personal. Su juego estaba en lo más alto y su proceder era de lo más razonable y alentador. Hasta que anoche perdió los estribos por partida triple con Kevin Garnett como enemigo.
Que los perdiera en la pista, poco importó. Es más, entraba dentro del guión y resultó incluso estimulante, ya que el pique entre Melo y Garnett en el último cuarto del New York-Boston sirvió para construir una recta final de encuentro apasionante.
Lo peor vino después, cuando Anthony no supo discernir cuándo la disputa debe terminar. Y es que la estrella de los Knicks la volvió a liar parda en los vestuarios nada más acabar el partido. Se dirigió de nuevo con aire agresivo a Garnett y tuvieron que ser los propios compañeros de Melo los que pusieron orden en la situación, según informan medios estadounidenses.
Pero aún hay más, ya que Carmelo todavía mantuvo dentro de sí la rabia suficiente como para acudir a las cercanías del autobús de los Celtics para volver a enfrentarse a Garnett, algo que no llegó a suceder porque medió en el incidente la Policía y miembros de seguridad. De hecho, hasta hizo acto de presencia en la zona el entrenador de Anthony, Mike Woodson, para apaciguar al jugador y calmar los ánimos.