El Bradley Center seguirá siendo el escenario de los Milwaukee Bucks durante las próximas temporadas después de que la franquicia y la sociedad que gestiona la instalación hayan llegado a un acuerdo para extender su relación hasta 2017.
El acuerdo entre ambas partes era esperado hace tiempo y permite la supervivencia de una de las canchas más envejecidas de la NBA, pues no en vano fue inaugurada en el ya lejano 1988. Los términos económicos del acuerdo, que entra en vigor con efecto retroactivo desde el 1 de octubre de 2011, son similares a los existentes hasta ahora y no se actualizarán al alza a lo largo de toda su duración.
Los Bucks no pagarán ninguna renta por utilizar la instalación y además recibirán un porcentaje significativo de los ingresos que se obtengan por venta de entradas, comida y bebida y objetos de ‘merchandising’ dentro del pabellón. Unas condiciones muy favorables a cambio de seguir ligados a una cancha que está lejos de ofrecer las comodidades y opciones de las más modernas pistas del baloncesto profesional.