Ronnie Aguilar vive estos días en una nube. El jugador californiano de origen hispano, su padre es salvadoreño y su madre hondureña, está jugando la pretemporada con Los Angeles Lakers, equipo con el que ya ha disputado 4 partidos amistosos.
Aguilar lo tiene muy complicado para afrontar la temporada regular con los Lakers. Lo suyo se trata, en realidad, de una misión imposible. Por delente tiene jugadores como Dwight Howard o Pau Gasol. También el pívot novato Robert Sucre, que está haciendo buenos minutos en la pretemporada.
Sin embargo, la satisfacción de Aguilar es inmensa. Ha vestido, aunque de forma oficiosa, la camiseta de los Lakers, el gran equipo de su California natal, y ha compartido vestuario con Kobe Bryant, Steve Nash, Pau Gasol o Dwight Howard, entre otros. Ha pisado el Staples Center y ha sentido de cerca el valor del equipo más glamouroso de la NBA.
El jugador de origen hispano juega de pívot, tiene 25 años y mide, nada menos, que 2,16. Un gigante que en la NCAA vistió las camisetas de Colorado State y California State, un joven que reconoce estar viviendo un sueño y que no descarta, según sus propias declaraciones, formar parte algún día de la frágil selección de El Salvador, país en el que el baloncesto apenas tiene predicamento.
La temporada pasada, Aguilar jugó en la Liga de Desarrollo de la NBA con la camiseta de Bakersfield Jam y en el presente mes de octubre ha disputado los 4 partidos jugados por los Lakers, todos concluidos con sonoras derrotas del equipo de Mike Brown.
Sus números en esos 4 encuentros resultan imperceptibles, pero es que está rodeado de estrellas. Hasta ahora, Aguilar ha jugado 7,8 minutos por juego. En esos 4 partidos, ha promediado 0,8 puntos, 0,5 rebotes y 0,2 asistencias. Lanzó 4 veces a canasta en juego y metió un tiro. Desde la personal, suma un 1 de 2. Pero lejos de las estadisticas, está su satisfacción personal. Y Aguilar irradia sentimientos positivos estos días.