LeBron James está a un paso del anillo. Miami se ha puesto 3-1 en las Finales tras ganar 104-98 en casa un partido épico en el que Mario Chalmers se ha disfrazado de superhéroe y LeBron James ha tenido que contemplar los momentos decisivos del choque desde la banda al caer lesionado.
Los últimos minutos han sido puro éxtasis mediático, con James renqueante intentando lo imposible, jugar cuando no podía hacerlo. Lesionado, víctima de fuertes calambres al parecer, contenía la respiración en la banda, como toda la grada. Y la bocanada de aire ha venido de la mano de un gran Chalmers, decisivo al final del partido, rememorando su instinto asesino de cuando fue campeón de la NCAA.
Oklahoma City llegó a disponer en el primer cuarto de 17 puntos de ventaja (16-33), pero a partir del segundo acto se desdibujó por completo. Miami remontó con 5 triples en 6 minutos entre el final del primer cuarto y el inicio del segundo y en la segunda mitad le endosó 58 puntos a los Thunder, que vivieron del perenne acierto en el tiro de un Westbrook fantástico en anotación y pésimo en dirección de juego.
Chalmers fue el MVP del partido al resultar crucial en la victoria. Supermario firmó 25 puntos y recordó su mejor versión. James estaba destinado a firmar un monumental triple-doble hasta que se lesionó. Terminó con 26 puntos, 9 rebotes y 12 asistencias. Wade sumó 25 tantos y fue la tercera pata del taburete triunfal del equipo de Florida.
Mientras, Bosh fue de más a menos, Battier estuvo apagadísimo, Haslem jugó poco y mal y Norris Cole completó una gran primera parte, pero fue olvidado en la segunda por Spoelstra debido al partidazo de Chalmers, que metió 19 de sus 25 puntos tras el descanso.
En OKC, Westbrook representó todas las virtudes y todos los defectos del equipo. Brutal en anotación. Metió 43 puntos con 7 rebotes y 5 asistencias tras hacer un 20 de 32 en el tiro de campo. Pero su absorción de balón impidió una circulación correcta de la bola y provocó un ataque desequilibrado y predecible. Además, cuando tuvo que pensar, en una jugada defensiva en los últimos segundos, erró de pleno. Sólo le acompañó Durant con 28 puntos. El resto, mal. Inexistente el dúo interior Perkins-Ibaka, desaparecido Fisher y nuevamente decepcionante Harden.
Miami 104 Oklahoma City 98 (3-1)
Miami se pone 3-1 y el siguiente partido lo juega en casa. Nunca se remontó este resultado en unas Finales y nunca LeBron James había estado tan cerca del ansiado anillo. Los de Spoelstra han ganado 3 encuentros consecutivos a Thunder, que está probando la medicina que aplicó en las Finales de la Conferencia Oeste a los Spurs.
Esta vez, al contrario de lo habitual, fue OKC quien salió en tromba y fue también OKC quien no supo lidiar la recta final del partido.
Una recta final en la que Mario Chalmers y LeBron James se convirtieron en los auténticos protagonistas en una suerte de enredo bipolar en el que James ponía los nudos en la garganta de su afición y Chalmers los iba desenredando. No pudo ser más cinematográfico, ni tener más suspense el desenlace del choque. Con LeBron impotente en la banda, sin poder jugar, dolorido, impulsando a sus compañeros sin poder tocar bola. Y con Chalmers recibiendo el espíritu de LeBron y, con ayuda de Wade, decidiendo el partido.
El partido duró lo que duró Westbrook. El base de OKC hizo un partido memorable en ataque, acorde con sus galácticas condiciones físicas y técnicas, pero se olvidó de que éste es un deporte colectivo que raramente se gana solo. Westbrook metió 13 puntos seguidos al inicio del último cuarto para mantener las esperanzas visitantes, que pendían de un fino hilo, el hilo del propio Westbrook.
Frente a ese horrible juego ofensivo de los de Brooks, con un discurso único que apagó al resto de los jugadores, incluido Durant, Miami ofreció un discurso más variopinto y completo, y mereció la victoria.
A 5 minutos del final, llegó el momento trágico. James emprendió un uno contra uno ante Durant, perdió pie y cayó mal. Luego se levantó e incluso metió una cesta, pero ya iba renqueante. Se pidió un tiempo muerto eterno en el que LeBron, entre gestos de dolor por culpa de una pierna derecha completamente acalambrada, era atendido en la banda mientras todo el AmericanAirlines Arena contenía la respiración temiendo que el problema fuera algo más serio. Acabó la estrella local arrodillado, como si quisiera mirar a La Meca para rezar, y con él rezaban todos sus seguidores.
Aún así, volvió a pista, quedaban 4 minutos y aún fue capaz de meter un triple antes de regresar a la banda porque su cuerpo no obedecía a su mente. Ese triple y una doble de Wade habían puesto un 99-94 para Miami a algo más de 2 minutos del final. Pero Westbrook siguió a lo suyo. Anotó el 99-96 para llegar a los 41 tantos. Con ese resultado es cuando el cuerpo de James, a 55 segundos del final, dijo definitivamente basta. Entonces, llegó Chalmers para poner el 101-96 con 44 segundos por jugar y enloquecer a la grada. Otra vez Westbrook acortó (101-98). Fue su último gran servicio para su equipo. A partir de ahí, había que pensar. Y todos sabemos que ése no es el fuerte de Westbrook.
Con 101-98, hubo un salto entre 2. Restaban 17 segundos. Era la última opción visitante. En caso de perder el salto, OKC tenía la ventaja de que a Miami sólo le restaban 5 segundos de posesión. Una ventaja que Westbrook convirtió en desventaja al hacer una lamentable falta personal a Chalmers, que se fue a los tiros libres y no dudó en meterlos para sentenciar el partido y prácticamente la serie final.
Lejos quedaba la magistral exhibición de Oklahoma en un primer cuarto de ensueño que arrancó con un parcial de 3-13 y llegó a poner a los de Brooks 17 puntos arriba (16-33). A partir de ahí, OKC no volvió a ser OKC. En gran parte, también, porque Miami empezó a ser Miami.
Los locales remontaron a base de una racha de 5 triples en 6 minutos iniciada con 2 de Norris Cole, uno al final del primer cuarto y otro al inicio del segundo. Parcial de 13-0 en el arranque del segundo cuarto y de 16-2 para empatar a 35 tras un triple de Wade, que poco después recibía un soberano tapón de Ibaka, de lo poco productivo que hizo el internacional español, que envió al jugador local al suelo dolorido.
Al descanso se llegó con 46-49 para Thunder con 18 puntos de Westbrook, 12 de Durant, gran primer cuarto de Collison, lo único que hicieron los jugadores interiores de OKC, y pasables minutos de Harden, que fue a peor. En Miami, LeBron completísimo -10 puntos, 6 rebotes y 8 asistencias-, Wade correcto, Cole sorprendente y Bosh con 8 puntos y 7 rebotes, un Bosh que desapareció en la segunda mitad.
El inicio del tercer cuarto deparó los mejores minutos conjuntos del big three local, incluido Bosh, y el despegue atronador de Chalmers, que anotó 19 puntos en la segunda parte. Miami Heat llegó a adquirir 7 puntos de ventaja tras haber estado 17 abajo. Suyo era el dominio, liderados por un LeBron que tenía ya el triple-doble a su alcance mediado este tercer cuarto. El juego interior de OKC era inexistente, Harden no podía defender en el poste a James y Westbrook empezaba a mantener a los suyos gracias a su arrolladora ofensiva. Una mala elección defensiva de James Jones dio vida final a Thunder, que se fue 4 abajo al final del cuarto (79-75).
Luego, vino lo ya narrado. Westbrook sólo frente al mundo en un equipo sin ideas ofensivas, Chalmers erigiéndose en faro del triunfo local y James acariciando su primer anillo desde la debilidad física. Dos elementos completamente desconocidos para él que en una extraña noche se conjuntaron de forma inesperada. Las Finales parecen tener dueño. Nadie remontó un 3-1. Pero Oklahoma City le ganó 4 partidos consecutivos a San Antonio. Los aficionados de Thunder aún se aferran al milagro.