No hubo partido en el TD Garden. Cuando se esperaba que Boston sacase a relucir su instinto asesino en el sexto para arruinar el segundo año del proyecto James, llegó el propio James y con una actuación asombrosa sentó cátedra en el templo céltico.
Los Heat dominaron de principio a fin, ganaron con comodidad a base de un gran partido defensivo y empataron a 3 las finales tras imponerse por 79 a 98.
LeBron James encandiló hasta a sus detractores con números de leyenda, números no alcanzados en los últimos 25 años de playoffs. Sus cifras, escandalosas: 45 puntos (30 en la primera parte), 15 rebotes, 5 asistencias y 19 de 26 en el tiro de campo. Y su dominio del partido, insultante. Junto a James, Wade hizo 17 puntos, 8 rebotes y 3 robos yendo de menos a más, aunque anduvo errático en el tiro, Haslem trabajó bien el rebote, Bosh jugó ya 28 minutos, aunque no está para alardes, y el equipo en general defendió de 10.
En Boston, sólo brilló Rondo, que hizo una gran primera parte, aunque perdiera 5 balones. Al final, el base firmó 21 tantos, 10 asistencias, 3 robos y 7 pérdidas. El resto, perdido en una ofensiva farragosa y sin soluciones. Garnett bajó su nivel, Allen se mantuvo discreto y Pierce naufragó. El alero local se fue al descanso con 2 puntos y 3 faltas y acabó con 9 tantos y con un lamentable 4 de 18 en el tiro, que incluyó un 0 de 6 en triples.
Los Celtics hicieron un 1 de 14 desde el triple, no capturaron ni un solo rebote en ataque en la primera mitad y se fueron al descanso con 9 balones perdidos. Esta vez, ningún suplente sacó la cara en el partido. Ni Pietrus, ni Stiemsma, ni Dooling, ni Daniels. Nada funcionó en la escuadra de Rivers y todo fue como la seda en la de Spoelstra.
Al final, muchos minutos de basura, miradas tristes en el banquillo de Boston que lamentaban la gran ocasión desperdiciada y gritos de 'Let's go Celtics" desde una grada semidespoblada en los últimos segundos del partido. Ahora, todo se dilucidará en un séptimo partido a vida o muerte en Miami el próximo sábado.
Boston 79 Miami 98 (3-3)
LeBron James condicionó todo. La noche preparada para que el Garden rugiera en torno a un equipo sin fisuras se resquebrajó desde el principio, desde un primer cuarto en el que James empezó a causar estragos en la defensa del equipo rival y en su moral. Pero sería injusto dejar a un lado el trabajo colectivo en defensa del equipo de Spoelstra, un trabajo ejemplar que dejó a Boston en 79 puntos y que impidió a los locales alcanzar los 20 tantos en 3 de los 4 cuartos del encuentro. Fue una labor sorda, continua, sin pausa, demoledora. Un veneno que se fue instalando en el corazón de la ofensiva céltica.
Ese primer cuarto dejó sentadas ya las bases del triunfo visitante. Fue a partir de un parcial de 0-10 que colocó a Miami 12-22 en el marcador. Por entonces, Boston sumaba los mismos puntos que LeBron, 12. Todo un síntoma.
En ese primer cuarto, James ya hizo 14 tantos, con Wade en blanco, los visitantes ofrecían un 58% de acierto en el tiro y el triple empezaba a brindar un abismo entre ambos equipos: 3 de 3 Miami por un 0 de 4 Boston. Salvo Rondo y, en menor medida, Garnett, el universo céltico no tenía aliento. Y el ejemplo más claro era Pierce, completamente superado en defensa por James e incapaz de aportar nada en ataque.
Nada cambió en el segundo cuarto. Es más, la bestia James seguía en plan masacre. Mediado el cuarto, los Heat se pusieron 15 arriba (25-40). Por entonces, James ya tenía 20 puntos en su haber y Pierce andaba por la banda al cometer su tercera falta con 2 puntos anotados. Ese abismo era gran parte del abismo del partido, pero sería injusto cargar las tintas contra PIerce, que no está bien físicamente.
Sólo alguna fantasía de Rondo, fantástica su primera parte, despertó a un Garden aturdido por la demostración del chico de Akron, más rey que nunca. Y así se llegó al descanso, con los Celtics encajando 55 puntos porque, fundamentalmente, nadie era capaz de parar a James -y mira que probó fórmulas el bueno de Rivers.
En vestuarios, partido al ecuador con un 42-55 y con James en 30 puntos tras meter 12 de sus 14 tiros de campo, los 12 consecutivos en una racha inolvidable, porque falló el primero y el último. Boston, mientras, sólo tenía a Rondo (19 puntos, 5 asistencias, 3 robos, pero 5 pérdidas). El resto, martirizados, aunque Bass y Garnett aún presentaban números decentes. El equipo local llevaba un 1 de 7 en triples, había perdido 9 balones y no había capturado en 24 minutos ni un solo rebote en ataque.
Si alguien pensaba en una reacción de Boston en la segunda parte, en una reedición del sexto partido Thunder-Spurs, se equivocaba. El tercer cuarto fue más de lo mismo. Cuando Boston consiguió ponerse a 10, llegó el bueno de LeBron James y se marcó un triplazo (61-74). Anteriormente, los de Florida habían alcanzado los 17 de ventaja con un canastón de la estrella de Ohio contra tablero. Ni siquiera cuando Haslem, que estaba haciendo otro buen partido en tableros, tuvo problemas de faltas, Miami sintió el aliento del rival: 61-74 al final del cuarto con 41 puntos y 10 rebotes de James. Discreto Garnett, mal Allen, desastroso Pierce... y, por si fuera poco, Rondo desaparecido en combate tras su exhibición del primer tiempo.
Nada más empezar el cuarto final terminó el partido. Llegó ese final anticipado con la irrupción de un Wade hasta entonces en letargo. Dos canastas de D-Wade pusieron el 61-78 y la distancia, poco a poco, no hizo más que incrementarse hasta llegar a una máxima de 25. La espesura ofensiva de Boston era tremenda y el equipo terminó bajando los brazos. Hubo muchos minutos de la basura y la grada se despobló. James descansó por fin habiendo anotado 45 puntos, casi tantos como Rondo, Allen, Pierce y Garnett juntos (52). Miami había salvado una situación más que delicada. Ahora, las Finales del Este se decidirán en su pabellón. El próximo sábado. En un séptimo partido que nadie se puede perder.