Tremendo final de serie. Increíbles últimos minutos del séptimo y definitivo partido entre Boston y Philadelphia. Minutos que encumbraron a un jugador especial, distinto: Rajon Rondo. El base de los Celtics clasificó a su equipo con un final apoteósico y firmó otro triple-doble.
Lo importante de Rondo no fueron sus 18 puntos, 10 rebotes y 10 asistencias. Lo importante fue cómo mató al rival en el momento en el que los Celtics vivían su situación más delicada. El equipo local sólo ganaba por 3 puntos, restaban 4 minutos para el final y Paul Pierce acababa de ser eliminado al cometer su sexta falta.
Fue entonces, cuando Rondo llenó por completo la ausencia de 'The Truth' para comerse a un Holiday que hasta entonces había superado a Rondo.
Junto a Rondo, muy buena aportación de Kevin Garnett, buen partido de Brandon Bass y crucial mejora de Ray Allen en el último cuarto. Aunque el triunfo local no hubiera sido posible sin su fantástica defensa.
Los Sixers terminaron cediendo. Han hecho una gran temporada y han estado a un paso de jugar la Final de la Conferencia Este. Hubiera sido toda una proeza.
Boston 85 Philadelphia 75 (4-3)
Si algo ha hecho grandes a los Celtics en la historia de la NBA es su capacidad para decidir en los momentos en los que un fallo te deja fuera. Anoche, volvió a suceder. Boston volvió a ganar una serie en el séptimo y definitivo partido para agrandar sus números. Y es que en 65 años de playoffs, Boston atesora un balance de 18-4 en séptimos partidos de eliminatorias. Todo un dato.
Esta vez, tocó, como tantas otras, sufrir. Tocó sufrir a todos, a los aficionados de uno y otro equipo. Pero al final surgió un jugador tan poco clasificable como imprescindible, Rajon Rondo. Y lo puso todo patas arriba.
Rondo había jugado un partido más bien discreto. Había sido superado por Holiday y no había ofrecido demasiado rendimiento a los ojos del espectador, pese a que mediado el último cuarto ya rozaba el triple-doble, eso sí, con unas cuantas pérdidas de balón en su haber. Sin embargo, emergió de forma imprevisible al final, imprevisible de manera doble, porque ganó el partido a base de los elementos más criticados de su juego.
El base local no desniveló el choque a base de bote y pase, tampoco lo hizo robando algún balón o penetrando a canasta con efectividad. No, ¡lo hizo desde el triple y desde la línea de tiros libres!. Sus puntos débiles fueron esta vez sus puntos fuertes. Increíble, pero cierto.
La clave del encuentro y de la serie estuvo en los últimos 4 minutos de partido. Iguodala acababa de meter 5 puntos al hilo, incluido un triple, para acercar a los Sixers hasta un 71-68. Quedaban 4:30 para el final y los Celtics tendrían que afrontar el final del partido sin Pierce, que cometió 6 faltas.
Entonces, como si la marcha de Pierce le hubiera espoleado, Rondo surgió de la nada para lograr el todo. Primero metió un triple, lo que es noticia, pero los árbitros la dieron de 2 porque estaba pisando. Pero es que acto seguido metió un triple, y esta vez valió 3 puntos. ¡Rondo acababa de jugarse 2 tiros lejanísimos en la definición del choque!. Por si fuera poco, el base tuvo a su disposición 2 tiros libres y los metió como si fuera Ray Allen. Parcial de 7-0 con 7 puntos de Rondo y marcador de 78-68 a 2:09 del final. El partido estaba en manos locales.
Luego vino una canasta de Brand que parecía que podía dar ciertas esperanzas a los Sixers, pero poco tardó el martillo pilón llamado Rondo en volver a meter 2 puntos para firmar 9 consecutivos en la parte crucial del choque. Fue un tiempo en el que Rondo lanzaba tiros libres y los metía al grito de “MVP, MVP...” surgido de una grada entregada a su santón particular.
Para rematar la grandiosa faena, Rondo capturó el rebote que le faltaba al final. Fue el último rebote del partido y suponía un nuevo triple-doble para hacer historia. Sólo un jugador en la historia de los Celtics había logrado un triple-doble en el séptimo partido de una serie. Fue un tal Larry Bird allá por 1984. El tiempo transcurrido y la calidad del autor dan idea de la gesta de Rondo.
Pero Rondo no estuvo solo. Sus 18 puntos, 10 rebotes, 10 asistencias y 3 robos estuvieron acompañados por un magnífico Kevin Garnett, que fue el báculo de su equipo durante muchos momentos del partido. Garnett acabó con 18 tantos y 13 rebotes. También funcionó bien Brandon Bass (16 puntos), Pierce metió 15 puntos con 9 rebotes y 3 tapones antes de ser eliminado y Ray Allen resucitó en el último cuarto tras 3 cuartos anteriores muy malos.
El desdibujado Allen acabó el tercer cuarto con 1 de 9 en el tiro y su equipo, Boston, con 0 de 13 en el triple. Pues bien, Ray dio el primer triple a los locales al inicio del último cuarto tras haber fallado los célticos los 14 anteriores. El bueno de Allen, con los tobillos masacrados, tiró de muñeca, encestó 2 triples en el cuarto decisivo y metió 8 de sus 11 tantos en dicho período.
Los Sixers vivieron una primera parte aciaga. Metieron 13 puntos en el segundo cuarto y se fueron a vestuarios con un 28% en el tiro de campo. Un rendimiento paupérrimo que fueron dejando atrás, pero muy poco a poco, tal y como demuestra el hecho de que terminaran el tercer cuarto con un 32% en el tiro y finalizaran el encuentro con un 35.
El problema de Philadelphia fue que anduvo siempre colapsado ante la defensa rival, que fue siempre a remolque en el marcador, aunque con diferencias exiguas, y que perdió su contundencia defensiva en el cuarto final encajando 30 puntos.
La experiencia fue un grado en Philly y esa experiencia tuvo como protagonistas a Iguodala (18 puntos y 3 triples) y Brand (15 tantos).
Otra clave del partido fue Holiday, que estuvo muy bien hasta la recta final. El base de Philadelphia acabó con 15 tantos, 9 asistencias y 5 robos, pero con 5 de 17 en el tiro y muy malas decisiones al final del partido, justo en el momento en el que todas las decisiones de Rondo se tornaron acertadas. Otro que tampoco tuvo su noche fue Lou Williams, que poco aportó a los suyos.
Al final, derrota de Philadelphia, que puede estar bien satisfecha de su temporada, y finales de relumbrón en cada conferencia: Miami-Boston (Este) y San Antonio-Oklahoma City (Oeste).