Antoine Walker ha anunciado que se retira de la práctica del baloncesto, un deporte que le dio todo y se lo quitó todo. Bueno, en realidad el que se lo quitó todo fue él mismo con su propensión al gasto sin freno y su enfermiza pasión por el juego, que le llevó a la ruina económica.
Pero fuera de ese componente personal, estamos hablando de un jugador con mayúsculas que jugó 12 temporadas en la NBA, disputó 6 postemporadas y ganó un título con Miami Heat en 2006 cuando su juego ya había empezado a languidecer.
Antes había sido una estrella en Boston Celtics, donde había llegado tras ser elegido en el puesto 6 del Draft de 1996 gracias a las grandes maneras que ya apuntó en la Universidad de Kentucky.
En los Celtics, vivió sus mejores años en lo individual formando un dúo estelar con Paul Pierce. Jugó 7 temporadas seguidas con el equipo bostoniano siendo nombrado para el mejor equipo novato en su debut, jugando 3 veces el All-Star y consiguiendo encabezar la lista de triples anotados una temporada. En 3 ocasiones, superó los 20 puntos de media en una temporada. Además, en la campaña 1997-1998 logró un promedio de doble doble con 20,8 puntos y 10,2 rebotes y en la 2000-2001 aderezó sus grandes estadísticas con 5,5 asistencias por encuentro.
Jugó después con Dallas, Atlanta, otra vez Boston, Miami y Minnesota, aunque sólo con los Heat fue capaz de encadenar 2 temporadas seguidas con un equipo. Eso sí, en 2006 lograba el ansiado anillo que no había obtenido en los Celtics. Al final, disputó 893 encuentros de temporada regular promediando 17,5 puntos y 7,7 rebotes.
Un desastre personal
Walker ganó mucho dinero jugando al baloncesto, pero de nada le sirvió, ya que su propesión a la vida de lujo y el gasto sin freno cargando con un buen número de gastos ajenos le llevó a tener ciertos problemas económicos que acabaron derivando en ruina por su afición al juego. Su perfil claro de ludópata le llevó a perder muchísimo dinero en los mejores casinos de Estados Unidos y a acabar con problemas legales. De hecho, fue condenado por pagar sus deudas con cheques sin fondos.
Su vida personal era un torbellino sin freno. En pleno desastre, fue detenido también por conducir bebido. Tal era su ruina económica que tuvo que vender incluso el anillo de campeón de la NBA que ganó con Miami y terminó recalando en la Liga de Desarrollo para sobrevivir, una vez chocó con la realidad, que no era otra que su regreso a la NBA era imposible. De hecho, anuncia su retirada siendo jugador de Idaho Stampede, equipo con el que jugó 87 partidos.