Nuevo formato para que nada cambie. El antiguo partido rookies-sophomores se transformó en un espectáculo distinto en el que jugadores novatos y de segundo año compartían equipos, pero el espectáculo fue el mismo. Un correcalles infame, pero divertido.
Del correcalles sin freno y sin un solo atisbo de ligera defensa dan cuenta los datos: 146-133 para el equipo de Barkley sobre el de O'Neal. Parciales de 77-65 y 69-68 en la primera y segunda parte y porcentajes altísimos, un 64,5% los ganadores en el tiro dinámico por un 57,4 de los perdedores.
Kyrie Irving fue la gran estrella de partido, porque hay que reconocer que prefirió la certeza al regalo al espectador y por ello su juego fue un regalo para los buenos aficionados. MVP merecidísimo tras toda una exhibición: 34 puntos y 9 asistencias en 27 minutos con ¡¡¡8 de 8 en el triple!!!. Otro que asombró a los espectadores y se lució de verdad fue Ricky Rubio, cuyo juego va como anillo al dedo a este tipo de encuentros debido a su espectacularidad.
Team Chuck 146 Team Shaq 133
El BBVA Rising Stars se adornó de muchos alicientes para hacer algo diferente a los más encorsetados rookies-sophomores de pasados años. Hubo un minidraft para elegir los equipos, las caras visibles de los conjuntos eran dos ex jugadores muy mediáticos que trabajan en TNT (Shaquille O'Neal y Charles Barkley) y los jugadores se mezclaron. Pero en el fondo, todo siguió igual.
Además, no hubo emoción, ya que los de Chuck se fueron desde el principio aprovechando su equilibrado quinteto inicial frente al desequilibrio del conjunto de Shaq, que salió de inicio con 3 bases. Y, claro, Rubio, Lin y Knight sólo tenían un balón que subir.
Los espectadores se cargaron con sus palomitas, sus perritos calientes, sus cervezas... y a pasarlo bien, que es de lo que se trata. Eso sí, la nula tensión defensiva -no se exige que defiendan, pero por lo menos que aparenten que lo hacen- desluce todo el espectáculo deportivo, que es brillante porque en la pista hay mucho talento. Jugadas espectaculares ante jugadores que se apartaban, triples sin ningún jugador a la vista... más de lo mismo. Una especie de galería del mate, pero con apariencia de partido.
En ese marco festivo, el jugador más preciso y estupendo de la noche se llevó el MVP. Asombroso el novato Irving que lideró al equipo de Barkley llevándolo a la victoria. Junto a él, otros 8 compañeros anotaron 14 o más puntos. Todos salvo Brooks, que metió 8 y estuvo bien, Derrick Williams, que hizo 2 sin adaptarse al partido, y Leonard, que no jugó por lesión. Paul George hizo 23 puntos, Cousins 18 con 11 rebotes, John Wall acabó con 17 y 8 asistencias y Evan Turner se sumó al circo con muy buenos minutos y 16 tantos, 11 rebotes y 7 asistencias.
En el otro bando, RIcky Rubio brilló, más que por su estadística, que estuvo bien, por su aportación al espectáculo. Gran parte de la magia e imaginación del choque recayó en él. Anotó una entrada pasándose el balón por la espalda, otra amagando un pase y dejando tirados a los contrarios, dio asistencias brillantísimas y condujo el balón en bote por debajo de las piernas de Cousins. Acabó el español con 12 puntos, 7 asistencias, 3 rebotes, 1 robo y 5 de 9 en el tiro de campo en 21 minutos de juego.
En su equipo, hubo un jugador que, como Derrick Williams, no se adaptó al partido. Fue Jeremy Lin, que anotó 2 puntos y no estuvo nunca en el show. Además, el equipo se resintió por el hecho de que Blake Griffin, que jugará el Partido de la Estrellas, fue reservado y sólo disputó 11 minutos (10 puntos). Salvo Lin, todos los de Shaq hicieron dobles dígitos anotadores. Tristan Thompson metió 20 puntos y Greg Monroe hizo 19 con 10 rebotes y puso la nota de cordura ante la insensatez de final de partido protagonizada por Wall. Menos mal, pensamos algunos, que estaba allí Monroe.
En definitiva, correcalles sin freno, espectáculo mediático y buena sensación para los espectadores, que fueron a divertirse. Es de lo que se trata en estos partidos.