El fichaje de Eddy Curry por Miami Heat parecía un brindis al sol. Pero visto su debut anoche, tal vez no lo sea tanto. Las expectativas se han disparado. Curry jugó sus primeros 6 minutos desde que disputara su último partido de baloncesto. Fue en diciembre de 2009.
Entonces, vestía la camiseta de los Knicks. Han pasado más de 2 años cargados de problemas, problemas que le hicieron desaparecer del mundo del deporte. Ahora, Curry, todavía con 29 años, espera retomar una carrera perdida, una carrera basada en un éxito potencial que nunca llegó.
Curry saltó a la cancha en el segundo cuarto. No era un partido cualquiera, era nada menos que un Miami Heat contra Los Angeles Lakers. Y no desentonó. En total, disputó 6 minutos en los que anotó 6 puntos y capturó 3 rebotes. Metió 2 de sus 3 tiros de campo y sus 2 intentos desde la personal. Y perdió un balón tonto a la salida de un rebote. Su rendimiento fue más que notable teniendo en cuenta lo que muchos aficionados esperaban, que era nada.
El ex de Chicago y New York, recaló esta temporada en un equipo ganador, Miami Heat. Su último partido lo disputó con la elástica neoyorquina en diciembre de 2009. Desde entonces, y tras su errática trayectoria en la Gran Manzana, sólo hubo decepción y silencio, abandono físico, sobrepeso, inquietud, inseguridad mental...
El jugador de Illinois, un pívot con mucha clase de 2,11 de altura, no sabía qué hacer con su carrera. Había sido una estrella de High School y no necesitó pasar por la universidad para ser elegido en el puesto 4 del Draft de 2001, justo un puesto por detrás del español Pau Gasol. Hizo una temporada prometedora como rookie, pero a partir de entonces, todo fue poco a poco cuesta abajo.
Un problema de actitud, no de aptitud, decía la mayoría de los analistas. Ahora, con 29 años y habiéndose quitado 30 kilos de encima, llega el momento de recuperar el tiempo perdido. Muchos dudan, algunos todavía conservan la esperanza.