El acuerdo tardío entre jugadores y propietarios de la NBA va a traer como consecuencia una temporada anómala, con más partidos por semana y muy poco tiempo de preparación previo. Todo ello, puede repercutir muy negativamente en el nivel de la competición.
No hay que olvidar el precedente de la campaña de 1998-99, cuando se vivió una situación parecida. El resultado entonces: la anotación por partido más baja de los últimos 44 años, el peor porcentaje de tiros de campo en 33 años y un número de lesionados por día superior en un 50% a la media.
Algo parecido es, en principio, lo que podemos esperar de la intensa temporada regular de 66 partidos, 3,9 por semana, que se iniciará el 25 de diciembre. Con una pretemporada de apenas 15 días de duración y con equipos a medio formar y un ritmo de partidos brutal, no va a ser fácil ver un buen nivel de juego este año.
Los veteranos
Los jugadores veteranos no parecen en principio los más beneficiados por un calendario tan condensado. Si bien el inicio tardío de la competición les ha podido permitir recuperarse mejor de la anterior campaña, el alto ritmo de partidos no les beneficia en absoluto.
La capacidad de recuperación física es algo que, sin duda, se pierde con la edad, como todos hemos experimentado a distintos niveles, y jugar 3 partidos seguidos será devastador para cualquier equipo y es de esperar que lo sea en particular para los jugadores que superen la treintena o aquellos que arrastren problemas físicos.
Los novatos
Para los jugadores de primer año también va a ser un debut especialmente duro. Sin ligas de verano en las que foguearse y con una pretemporada mínima, van a tener que lanzarse a la arena sin tiempo de aclimatarse a una liga mucho más exigente que cualquiera de las que hayan disputado hasta ahora.
A esas dificultades de adaptación habrá que añadir que el muro que habitualmente atraviesan la mayor parte de los novatos mediada la temporada por la acumulación de partidos puede tener efectos más acusados este año por la sucesión de viajes y enfrentamientos.
Nuevos entrenadores, nuevos equipos
El mínimo periodo de pretemporada antes del pistoletazo inicial va a ser también, en general, un difícil obstáculo para aquellos equipos con nuevo inquilino en el banquillo o para aquéllos que renueven notablemente su plantilla. No hablemos de los casos en que se den los 2 condicionantes.
Además, la superposición entre los periodos de preparación y traspasos puede provocar que muchos jugadores que inicien la pretemporada con un equipo la terminen con otro y que un buen número de conjuntos no tengan completa su plantilla hasta casi el día antes de empezar la competición oficial o, incluso, ni eso. No hay que olvidar que equipos como los Hornets o los Wizards apenas tienen en este momento 5 y 7 jugadores, respectivamente, bajo contrato.
Los nuevos compañeros apenas tendrán tiempo para conocerse y acoplar su juego y los técnicos que estrenan vestuario no dispondrán del margen suficiente para implantar sus esquemas e ideas con una mínima consistencia, más no sabiendo de antemano los jugadores con los que van a poder contar. Un problema que se verá agravado por la falta de fechas para entrenar una vez iniciada la temporada, ante la sucesión continua de partidos.
Por quién apostar
Por todo lo expuesto, el perfil de equipo por el que cabría apostar esta temporada parece claro: los que tengan continuidad. Es decir, plantillas con pocas variaciones respecto al año pasado, que mantengan al mismo entrenador y el mismo núcleo básico de jugadores, formado, a ser posible, por jóvenes experimentados, es decir, jugadores en la veintena pero con experiencia en la liga.
La ventaja de partida de cualquier equipo que reúna esas cualidades está clara. Para ellos debería resultar más favorable la temporada regular, pero la competición es muy larga y los playoffs podrían deparar más de una sorpresa. Lo que es casi seguro es que será una temporada tan anómala cómo lo han sido sus meses precedentes.