Parecía obvio que la relación Brian Scalabrine-Benetton de Treviso tenía visos de acabar muy bien. Y así ha sido. Tras permanecer varias semanas a prueba en el cuadro italiano, el ex de Boston Celtics se ha hecho un hueco en el corazón de sus compañeros y de su entrenador, Sasha Djorjevic.
Desde el principio surgió el flechazo. Nada más empezar a entrenar con la Benetton, Djorjevic pronunció públicamente encendidos elogios hacia el jugador estadounidense, tanto por su actitud dentro de la cancha como por su capacidad de liderazgo fuera de ella. Y también Scalabrine se pronunció sin el menor rubor: había llegado con la intención de quedarse. Así ha sido.
Ya se ha hecho público el compromiso entre ambas partes y no parece que haya cláusula de salida a la NBA en principio.
Scalabrine es un viejo conocido de los aficionados al baloncesto americano. Formado en los Trojans (USC), este ala-pívot bien abierto de 2,06 de altura y 33 años se ha pasado una década en la NBA y apenas se ha movido de equipos. Fue un buen elemento en los Nets de Nueva Jersey, donde jugó 4 temporadas, y toda una referencia para los aficionados célticos de Boston, donde estuvo 5 años en permanente luna de miel con la grada pese a que no era un jugador con peso en el juego del equipo. Su última campaña en la NBA, la pasada, estuvo en Chicago, donde apenas disputó 18 encuentros.
En esa década NBA, Scalabrine ha acumulado casi 500 encuentros de fase regular, una gran experiencia antes de dar el salto al baloncesto FIBA.
El jugador californiano espera completar los trámites para nacionalizarse italiano y no ocupar plaza de extranjero en Treviso. Su apellido bien habla de su ascendencia italiana.