El Naismith Memorial Basketball Hall of Fame, el Salón de la Fama del baloncesto estadounidense, celebró anoche en su sede de Springfield (Massachusetts) la entrada de sus nuevos miembros. Dennis Rodman consiguió una vez más ser el centro de atención.
En la ceremonia de anoche, se hacía oficial la consagración de 10 hombres y mujeres que entraban por méritos personales y deportivos en el olimpo del baloncesto norteamericano, aunque siempre haya espacio para la polémica en cuanto a los méritos de los elegidos, y cuyo nombramiento para el Salón de la Fama fue anunciado el pasado mes de abril.
Estaban ex jugadores como el lituano Arvydas Sabonis, Artis Gilmore, Chris Mullin y el 8 veces campeón de la NBA con los Celtics Satch Sanders, así como 3 entrenadores -entre ellos Tex Winter, el hombre que llevó el triángulo ofensivo a la NBA- una ex jugadora y un ex Globetrotter. Pero fue Dennis Rodman el que acaparó la atención con su excéntrica figura.
El que fuera gran dominador del rebote en la NBA durante muchos años y uno de los mejores defensores de la liga, aunque más de uno haya criticado su elección para este honor, apareció estrafalariamente vestido, como nos tiene acostumbrados, y se ganó a la audiencia con un emotivo discurso en el que agradeció su labor a sus entrenadores y pidió disculpas a su familia por no haber sido un mejor hijo para su madre y un mejor padre para sus hijos.
El resto de homenajeados mantuvo un perfil más discreto en la ceremonia, entre ellos el lituano Sabonis, residente en España, que fue presentado por otro gande, Bill Walton, y que en los próximos días será homenajeado también en Portland, donde jugó las 7 temporadas que estuvo en la NBA tras llegar allí a los 31 años después de haber marcado toda una época en Europa.