El pívot de los Lakers Andrew Bynum parece empeñado en reforzar su imagen pública de inmadurez y estrellato mal entendido. Las últimas críticas le han llegado tras publicarse unas imágenes en las que se le ve aparcando en plazas reservadas para minusválidos.
El jugador de los Lakers aparcó su flamante BMW descapotable negro ocupando al mismo tiempo una plaza reservada a discapacitados y un espacio reservado para la carga y descarga de personas con problemas de movilidad en un centro comercial de Playa del Rey (Los Ángeles) cuando se dirigía a hacer unas compras.
Lo hizo pese a que en las imágenes ofrecidas por la NBC4 de Los Ángeles se puede observar que el aparcamiento del lugar está casi vacío y apenas a 2 metros de distancia hay varias plazas normales libres. Un hecho que aún ha indignado más a los representantes de varias asociaciones de discapacitados que no han dudado en afear públicamente la conducta de Bynum en una ciudad en la que la falta de respeto por las plazas para minusválidos es un problema creciente.
Al pívot, que gana 14 millones de dólares al año, no parecieron importarle los 353 dólares con los que el código de circulación californiano castiga el estacionar en una plaza de minusválido sin tener permiso para ello, aunque hasta el momento, pese a las imágenes publicadas, no consta que haya sido sancionado por la infracción.
La actitud del jugador al ser preguntado poco después sobre el tema por varios periodistas tampoco ha ayudado en esta ocasión. Bynum se limitó a montarse en su coche dando un portazo y se marchó sin decir palabra.
Un nuevo episodio de inmadurez
El episodio no es sino uno más de los que pone en duda la madurez del jugador sobre el que algunos creen que los Lakers pueden construir su futuro y que ya fue pillado bailando en una fiesta en pleno proceso de rehabilitación de una de sus numerosas lesiones de rodilla.
Si no parece que Bynum vaya a lograr algún día el Premio a la Deportividad tras las faltas flagrantes que acumula en su carrera, entre elllas la que envió a Gerald Wallace al hospital hace 2 años o las injustificables de esta misma temporada, más cercanas a la agresión que a la falta, sobre Michael Beasley o el puertorriqueño José Juan Barea, tampoco parece que con actitudes como las de estos días vaya a ganarse el Premio a la Ciudadanía que también concede la NBA.
Eso sí, a los aficionados de los Lakers siempre les queda la esperanza de que su juego mejore lo suficiente en los próximos años como para hacerse acreedor de alguno de los numerosos premios por méritos deportivos que entrega cada año la liga. Pero eso está por ver, dada la escasa capacidad autocrítica tanto sobre su juego como sobre sus actitudes personales que ha demostrado el jugador hasta el momento.