La temida fecha del 1 de julio ha llegado y con ella el cierre patronal de la NBA que paraliza la misma y pone en riesgo que la temporada 2011-2012 se celebre con normalidad. La última vez que la liga se vio en una situación parecida, sólo se jugaron 50 partidos.
Aquello ocurrió en 1998 y por aquel entonces las posturas de jugadores y propietarios parecían tan distantes como ahora. Sólo un acuerdo ‘in extremis’, cuando la temporada estaba a punto de darse por perdida, permitió la celebración de una temporada regular reducida a 50 de los 82 partidos habituales y cuyo comienzo tuvo lugar ya avanzado el mes de enero.
Si ahora ocurre algo parecido, a los aficionados a la NBA les espera un triste final de 2011. Sin el entretenimiento del mercado veraniego y los intercambios de jugadores, sin pretemporada y con un otoño, y quién sabe si todo una temporada, sin baloncesto NBA.
Propietarios y jugadores deberán hacer un esfuerzo este verano para llegar un acuerdo pensando no sólo en sus respectivos intereses, sino, sobre todo, en el interés de los millones de aficionados que siguen la liga y que, al fin y al cabo, son los que generan esos ingresos cuyo reparto ha generado el conflicto.
¿Qué es el ‘lockout’ y qué significa?
El tantas veces mentado ‘lockout’ no es otra cosa que un cierre patronal. Una reacción del empresario, en este caso la NBA, ante el conflicto laboral planteado por sus trabajadores, los jugadores. Algo prohibido en muchas legislaciones laborales, por ejemplo en la española, pero permitido en los Estados Unidos.
La imposición del cierre por parte de la NBA implica la desvinculación temporal de los jugadores con sus equipos. Las franquicias dejan de pagar a sus plantillas, aunque el 90% de los jugadores reciben sus salarios entre el 15 de noviembre y el 30 de abril por lo que hasta entonces no les afectará mucho. Los jugadores no pueden utilizar las instalaciones de entrenamiento de sus equipos y ni siquiera acudir a sus servicios médicos.
Los equipos no pueden firmar, traspasar o negociar con los jugadores, lo que implica la total paralización del mercado de traspasos que debería iniciarse tras la primera semana de julio. Tampoco habrá campus ni ligas de verano para los jugadores jóvenes y los aspirantes a encontrar equipo, ni pretemporada. Nada, la paralización es total.
Por si fuera poco, los seguros habituales de las franquicias dejan de cubrir las bajas por lesión de los jugadores, lo que dificultará y encarecerá la presencia de los jugadores internacionales con sus selecciones en los distintos torneos FIBA que se celebran este verano.
Eso sí, los jugadores con contrato en vigor, pese a no cobrar, siguen vinculados en principio a sus equipos y no podrán obtener el permiso de la FIBA para jugar fuera de la NBA.
Las posturas de ambas partes
A fecha de hoy, propietarios y jugadores están lejos de alcanzar un acuerdo. Éstas son los principales puntos defendidos por cada lado.
Los propietarios:
- Desaparición del actual tope salarial y sustitución por uno más rígido, de 62 millones de dólares, sin admitir excepciones, como en el actual, que permitan superarlo sin penalización.
- Reducción de un 33% en los contratos actuales (cerca de 800 millones por temporada)
- Acuerdo por 10 años limitando el montante total de salarios a 2.000 millones de dólares por temporada durante todo el periodo.
- Contratos más cortos. Un máximo de 4 años si se renueva con el mismo equipo y 3 si se firma con una nueva franquicia (frente a los 6 y 5 actuales).
- Reducción de la duración y garantías de los contratos de novatos.
- Reducción de las subidas permitidas dentro de un contrato de un año para otro del 10,5% y 8% actual (según se firme con un mismo equipo o uno nuevo, respectivamente) al 5% y el 3%.
Con todas estas medidas, se busca que el 50% o más de los ingresos queden en manos de los propietarios y no el 43% como hasta ahora.
Los jugadores:
- Mantenimientos de un tope salarial similar al actual, limitando en algunos casos el uso y la disponibilidad de algunas de las excepciones existentes.
- Mejor distribución de los beneficios entre franquicias de forma que sean los equipos que más dinero ganan quienes ayuden a los que tienen dificultades económicas por estar en mercados más pequeños.
- Mayor flexibilidad en los traspasos, de forma que se permita descargar salarios a los equipos con más dificultades.
- Rebaja del límite de edad para ser drafteado de los 19 años actuales a los 18.
- Acuerdo por 5 años con una reducción salarial de 100 millones de dólares anuales respecto a la actual, manteniendo, a favor de los jugadores, un 54% de los ingresos generados por la liga.
- Continuidad en general del resto de condiciones actuales.
¿Qué pasará ahora?
Como se puede ver las posturas son muy distantes y cada parte argumenta a favor de las suyas desmintiendo las cifras de la otra parte. Para los propietarios, la propuesta de los jugadores significaría que el gasto salarial llegaría a escalar por encima de los 3.000 millones, casi un 50% más del que existe a día de hoy.
Para los jugadores, lo ofrecido por los dueños de los equipos significaría que al final del acuerdo de 10 años el reparto de beneficios sería de un 61% para los propietarios y un 39% para los jugadores (frente al 43-57 actual), lo que resulta inaceptable.
Ambas partes seguirán negociando, pero parece difícil que se alcance un acuerdo a corto plazo, es más, cabe la posibilidad de que el conflicto se encone aún más si los jugadores deciden disolver su sindicato y litigar en los tribunales contra la liga apoyándose en las leyes antimonopolio de la legislación norteamericana, algo que ya ha ocurrido en la NFL, que lleva 4 meses parada.
Nos queda un verano muy largo, como poco, probablemente más. Muchos meses sin apenas noticias del baloncesto NBA lo que, sin duda, puede provocar la desidia y el alejamiento de muchos aficionados. Tal vez en eso deberían pensar unos y otros a la hora de sentarse a negociar. Al fin y al cabo, esa tarta por la que pelean se la deben a una afición que no merece quedarse sin uno de sus entretenimientos favoritos.