Dallas Mavericks se ha proclamado campeón de la NBA tras vencer 95-105 en el sexto partido de las Finales disputado en Miami. Los de Carlisle se imponen 4-2 desbaratando el factor cancha que tenían en contra. Jason Terry, Dirk Nowitzki y J.J.Barea lideraron el ataque texano.
Es el primer título del equipo texano en su historia tras haber perdido una final de la NBA, precisamente ante Miami y también con un resultado de 4-2, en el año 2006.
Terry, inmenso, lideró a los Mavs con 27 puntos en 34 minutos y 11 de 16 en el tiro de campo, Nowitzki -que ha sido nombrado MVP de la final- solo acertó en 9 de sus 27 tiros de campo, pero acabó con 21 tantos y 11 rebotes y resultó decisivo en los minutos finales, teniendo la determinación que le faltó a todas las estrellas de Miami Heat en esos minutos calientes y J.J.Barea se fue a 15 puntos con 5 asistencias, 3 rebotes y 2 robos. Jugó el puertorriqueño más que nunca: 30 minutos. También contribuyeron a la victoria con su buen juego de equipo Kidd, Chandler y Marion, y Stevenson en los apenas 12 minutos que estuvo en cancha.
En Miami, 21 puntos, 6 asistencias y 6 pérdidas de LeBron James. ¡Y ojo al dato: -24 de Miami con LeBron en pista!. Bosh hizo 19 tantos y 8 rebotes, Chalmers añadió 18 y 7 asistencias, muy buen partido el suyo, y Wade concluyó con 17 tantos, 8 rebotes y 6 asistencias.
David Stern ha entregado la copa de campeón a Mark Cuban y el legendario Bill Russell ha hecho lo propio con Nowitzki dándole el trofeo de MVP.
Miami 95 Dallas 105 (2-4)
Campeones. Los Mavericks de Dallas alcanzaron su primer título de la NBA y lo hicieron con todo merecimiento y toda brillantez. El mismo equipo que eliminó a los anteriores campeones, los Lakers, por 4-0 sin tener el factor cancha a su favor, se cargó en la gran final a los 'hipermediáticos' Miami Heat por 4-2 teniendo también en contra esa circunstancia.
Fue un triunfo del equipo -lleno, eso sí, de brillantísimos jugadores- frente a la unión de 3 estrellas en un conjunto sin alma. Y fue la revancha de 2006. Entonces, Dallas dominaba 2-0 y perdió 2-4 ante Miami; ahora, Miami se imponía 2-1 y terminó cediendo 2-4. Y es que todo cambió cuando la defensa de los Heat empezó a flaquear.
Decisivo fue el cambio ejecutado por Carlisle en el cuarto partido cuando dio entrada como titular a Barea en lugar de Stevenson. Desde entonces, la situación varió: Barea creció y el equipo concluyó los 2 últimos partidos metiendo 112 y 105 puntos y ganando con sus máximas ventajas de la serie (+9 y +10). Porque, además de los jugadores, en el banquillo Carlisle se comió a Spoelstra.
Llegó este sexto partido, el primer 'match ball' para Dallas en cancha ajena y no lo desaprovechó, llevando la decepción a los 20.000 inmaculados espectadores que poblaban las gradas del American Airlines Arena. Y con el sonido de la bocina final, llegaron las celebraciones.
Nowitzki, por ejemplo, nombrado con toda justicia MVP, ni siquiera se quedó en cancha. Según se acabó el partido, salió inmediatamente camino de vestuarios, sólo, como queriendo estar un momento rodeado del vacío. Y caminó por los pasillos con las manos en la nuca, como sin podérselo creer, un gesto de incredulidad que embargaba también el rostro de Jason Kidd, campeón a los 38 años, y que estuvo en el semblante de Cuban en los últimos minutos, que siguió sin hacer una mueca de más en la banda.
Mientras, volvió Nowitzki a pista, Cuban se abrazaba a todo su entorno, Marion -que se quedó con el último balón-, Kidd y compañía se abrazaban entre sí, las gorras grises y camisetas blancas para la ocasión ya lucían en los ganadores. No había pasión... había algo más grande: la extraordinaria serenidad de esos jugadores que con la experiencia a cuestas están saboreando aquello para lo que estuvieron luchando años, muchos años. Carlisle, mientras, esbozaba una sonrisa de satisfacción máxima, casi éxtasis.
Y entre todos ellos, José Juan Barea, grande en un cuerpo pequeño para los cánones de la NBA. Otra vez titular, otra vez esencial en ataque, otra vez decisivo en minutos cruciales del último cuarto.
En el bando contrario, deportividad en general, aunque con matices: Wade se quedaba en pista aguantando el tirón y felicitaba uno por uno a todos sus rivales, James se iba a vestuarios a rumiar su fracaso, que vista su huida no sólo ha sido deportivo.
Para llegar a este momento cúspide de la historia de la franquicia texana se tuvieron que jugar 48 minutos que confirmaron lo que ya se había intuido: a Dallas no le daba miedo ganar y a Miami sí que le daba pavor perder. Los últimos minutos del partido fueron bien significativos de esa doble afirmación.
La primera parte tuvo vaivenes. Un buen inicio de Miami, una buena reacción de Dallas, que llegó a amasar cierta ventaja en el segundo cuarto, un Barea dispuesto a penetrar y romper para distribuir o anotar, un taponazo de Wade a Chandler y una considerable trifulca en la que intervino hasta el tato. Y se llegó al descanso con un apretado 51-53 para los Mavs.
La situación siempre estuvo igualada, pero siempre anduvo del lado de Dallas, que desde la recta final del segundo cuarto ya no volvió a estar por detrás en el marcador nunca.
Importante fue la canasta de Mahinmi sobre la bocina del tercer cuarto, que puso el 72-81 con 12 minutos por jugar. Lo fue por la diferencia que representaba en el marcador y porque un tiro a media distancia sobre la bocina de Mahinmi mata a cualquiera.
El último cuarto fue un derroche de control de juego y emociones de Dallas y un despilfarro de facultades tiradas por tierra en Miami. Los locales se llegaron a poner a 4 puntos (77-81) a falta de más de 10 minutos. Fue entonces, en el momento más delicado, cuando surgió el genio de Barea.
Porque Dallas hizo ahí un parcial de 0-8 para irse a 77-89 a falta de 8.12 para el final. Ese parcial lo abrió Barea con un triple tras dejar casi sentado a House y lo cerró Barea con una gran penetración. A partir de ese momento, a Miami le quedaron pocas armas para medirse a su propio fracaso.
Fueron en los minutos finales Terry y Nowitzki -los únicos supervivientes de Mavericks de la final de 2006- los que pusieron los puntos sobre las íes ante unos 'imberbes' James, Wade y Bosh, que no dieron un paso adelante y aunque metieron algunas canastas, también fallaron en momentos decisivos. Dallas fue mucho más equipo en esos momentos. Tuvo más aplomo.
El resumen perfecto del desastre local estuvo en la jugada del 92-103. Con 92-101 en el marcador y 50 segundos por jugar, los Heat no hicieron falta y se dedicaron a defender toda la jugada, lo que supuso que Dallas agotara 21 segundos y encima anotara de la mano de Nowitzki a gran pase de Kidd (92-103). Restaban 29 segundos. El partido estaba finiquitado. Porque el tiempo muerto de Spoelstra a 18 segundos del final fue puro fuego de artificio.
También significativa en esa recta final del choque fue una jugada en la que Miami movió el balón como nunca lo había hecho en la temporada, pases y más pases... pero nadie tiró, nadie tuvo el valor de poner fin a la circulación encarando el aro... y perdieron el balón.
En un partido muy igualado, Dallas se impuso por su ofensiva: 105 puntos, un 50% en el tiro de campo y 11 de 26 triples por 7 de 23 del rival. Y aguantó el que se le pitaran 24 faltas por solo 14 al rival, que malgastaron los Heat al errar 13 de sus 33 tiros libres. A pesar de ese desequilibrio en faltas, los locales se llevaron 3 técnicas, prueba de su intranquilidad mental.
Al final, en Miami, 21 puntos y 6 asistencias de LeBron James, que ha hecho una serie muy deficiente, 19 y 8 rebotes de Bosh, que solamente tiró 9 veces en este sexto partido, 18 y 7 asistencias de Chalmers, que fue titular (no jugó Bibby), y 17 con 8 rebotes y 6 asistencias de Wade, que tampoco fue la solución. Haslem ayudó desde la banca y House metió 3 triples en 21 minutos y uno se pregunta por qué no jugó más en estas finales. Hubiera aportado veteranía y temple.
En Dallas, 27 puntos de un enorme Jason Terry, 21 y 11 rebotes de un decisivo Dirk Nowitzki y 15 de un gran Barea, cumpliéndose de nuevo que cuando Terry y Barea aportan el equipo lo agradece. Pero cuidado, hubo mucho más, porque los jugadores que dieron más al equipo en clave grupal y con los que el equipo mejor funcionó en el marcador fueron Marion, Kidd y Cardinal. También Chandler aportó. En fin, en Dallas trabajaron muchos para el éxito. Ahora, Terry respira, no se tendrá que quitar el tatuaje que se hizo en octubre, un tatuaje profético que avanzaba el título que ahora ha conseguido.
Miami 95 Dallas 105 (2-4) MIAMI: Chalmers (18), Wade (17), James (21), Bosh (19), Anthony -cinco inicial- Haslem (11), House (9), Miller y Howard. |
DALLAS: Barea (15), Kidd (9), Marion (12), Nowitzki (21), Chandler (5) -cinco inicial- Terry (27), Stevenson (9), Mahinmi (4) y Cardinal (3). |
Parciales: 27-32, 24-21, 21-28 y 23-24. |