Ambiente de brutal hostilidad en el Quicken Loans Arena hacia su otrora niño mimado LeBron James. 'El Elegido', lejos de abatirse ante tal recibimiento, se sintió estimulado y ofreció sus mejores prestaciones desde que viste la camiseta de los Heat de Miami.
La exhibición de James terminó por transformar la ira de la grada en nostalgia. El de Akron anotó 38 puntos en 30 minutos de juego -24 de ellos en un impresionante tercer cuarto- y Miami pasó por encima de Cleveland (90-118). En ese ambiente tan impropio de la NBA estuvo metido un hispano, el único que jugó anoche, el puertorriqueño Carlos Arroyo.
En el segundo y último encuentro de la jornada, Phoenix Suns ganó a Golden State Warriors por 101-107 sin que sirvieran de nada los 38 puntos de local Monta Ellis.
Cleveland 90 Miami 118
Pocas veces se ha visto tal expectación y tal número de cámaras en los aledaños de un vestuario y pocas veces el ingreso de un jugador en la cancha desde el túnel de esos vestuarios ha deparado un recibimiento tan hostil. En la grada del Quicken Loans Arena no cabía un alfiler. Lleno a rebosar y muchísimos aficionados portando en todo tipo de soportes mensajes agresivos hacia el que fuera su ídolo durante muchos años.
En ese ambiente infernal, más propio de algunas canchas europeas, James se acercó a la mesa de anotadores para llevar a cabo su rito de cada partido, esparcir hacia el aire sus polvos mágicos. Los aficionados de Cleveland ya no podrán ver ese rito personal 41 veces cada temporada regular, como lo hacían antaño. Ahora, la visión de James será más restringida.
Tras saludarse con sus ex compañeros (emotivo abrazo con Mo Williams), empezó el partido. Y eso fue otra historia. La agresividad no descendía un ápice, pero al final del partido se había transformado, a buen seguro, en pena, nostalgia. Una especie de saudade portuguesa debió recorrer anoche gran parte de Cleveland, la ciudad que soñó con LeBron.
Porque LeBron James se marcó su mejor partido de la temporada. Su actuación fue sencillamente increíble. Imparable durante todo el partido, el de Akron anotó 38 puntos en 30 minutos, 24 de ellos en el tercer cuarto que echó por tierra de forma definitiva cualquier esperanza local. Hizo un 15 de 25 en el tiro de campo, dio 8 asistencias, capturó 5 rebotes y con él en pista Miami logró un +26 en el marcador. Fue el jugador desatado de las grandes ocasiones. Sólo necesitó una motivación extra y un ambiente extraordinariamente desfavorable para sacar lo mejor de sí mismo.
Su regreso a su tierra natal y a su equipo de siempre en la NBA eclipsó otros regresos. ¿Quién se acordó de que Ilgauskas volvía a Cleveland?. La vaina no iba con el lituano. La grada se concentraba en James, el hijo pródigo que no volvía para quedarse. El pívot, por cierto, anotó 0 puntos.
Sin embargo, hubo jugadores que ayudaron, y mucho, a James. El primero de ellos fue Dwyane Wade, que hizo un partido colosal que quedó eclipsado por la actuación célica del protagonista de la noche. Wade rozó el triple-doble con 22 puntos, 9 rebotes y 9 asistencias, y además robó 3 balones. También brilló el suplente James Jones (18 puntos con 5 de 7 en el triple). Bosh se tuvo que conformar con ser testigo de este partido especial y anotar de paso 15 tantos.
Otro que fue testigo de la locura de Cleveland fue el base boricua Carlos Arroyo. Titular de nuevo, jugó 28 minutos para hacer 6 puntos, 3 rebotes y 1 asistencia.
Los visitantes encestaron un 56,6% en el tiro de campo por un pobre 35,5 de los locales, que se vieron superados desde el principio: 40-59 al descanso y 65-95 al final del tercer cuarto.
Gibson fue el mejor de los Cavaliers con 21 puntos y 4 de 6 en el triple. El resto, apenas aportó en la ofensiva. Sin ir más lejos, los titulares sólo anotaron ¡9 canastas!. Lo hicieron con un estrepitoso porcentaje, ya que su serie fue 9 de 30.
Miami pone la directa. Sus 2 últimos partidos se han saldado con palizas: 97-72 a Detroit (+25) y 90-118 a Cleveland (+28). Eso sí, se ha enfrentado a 2 equipos que fueron grandes, pero que ahora son menores. Los Cavs fueron grandes hasta este verano, el momento de la hégira de su profeta.
Golden State 101 Phoenix 107
El otro partido de la jornada quedó en la sombra, apenas tuvo eco. En él, los Suns equilibraron su balance de victorias-derrotas (9-9) tras ganar a los Warriors en Oakland.
Lo lograron a pesar de los 38 puntos y 7 asistencias de un enorme Monta Ellis, que jugó los 48 minutos del partido. David Lee hizo 25 con 8 rebotes y 5 asistencias. Ellos 2 fueron los estandartes del juego local, que se encontró con un par de problemas serios: Stephen Curry tuvo una mala noche y pasó bastantes minutos fuera de pista por un problema en un ojo y el letón Biedrins jugó todo el partido con molestias y en el último cuarto tuvo que retirarse porque sus problema estomacales no cesaban. Serios contratiempos, sin duda, que acabaron por afectar al equipo.
Phoenix lo aprovechó todo. Jason Richardson (25 puntos) y Grant Hill (24) tiraron del carro con su exquisita calidad y su extraordinaria selección y ejecución en el lanzamiento. Y Nash, como no podía ser de otro modo, dirigió con sabiduría a los suyos, propiciando con sus 16 asistencias otro éxito del equipo de Arizona.